LOS PARTIDOS políticos decidieron lo que,
a costa del dinero público, iban a cobrar por su participación en las elecciones
andaluzas. Ni siquiera se ha tenido el rubor de que una instancia «independiente»
estableciera la rapiña. La Junta de Andalucía acordó subvencionar a los
partidos políticos con 0,82 euros por voto recibido. A esa cantidad hay que sumar
0,35 euros, con variantes según el partido, por cada uno de los 6.286.917
electores en concepto de envío de propaganda; y, finalmente, 22.299 euros por
escaño obtenido. El saqueo de las arcas públicas se eleva para el PSOE Andalucía
a un total de 4.424.953 euros que el partido percibirá cada año que dure la legislatura.
Si a eso le unimos los sueldos de los diputados, los viajes gratis total, las
dietas y un sinfín de prebendas, entenderemos mejor la indignación de la
ciudadanía, que es la que paga la insaciable codicia de la clase política
española. El «ande yo caliente e indígnese la gente» se lo pasan airosamente
los partidos por el arco triunfal.
En las elecciones generales de 2011, los
líderes políticos decidieron lo que iban a ingresar a costa del dinero público.
Jueces y parte en el saqueo, establecieron las siguientes subvenciones: 0,83
euros por cada uno de los votos al Congreso; 0,33 euros por cada sufragio al
Senado; 0,22 euros por cada elector; y 21.633 euros por escaño obtenido en el
Congreso y en el Senado. Durante el tiempo que dura la legislatura, los
partidos cobran esas cifras cada año. Hay que sumar también los sueldos de los
diputados y senadores, las dietas, los viajes gratis total y el rosario
interminable de las prebendas que se otorgan a sí mismos los políticos por sacrificarse
en el servicio a la patria.
En el año 2011, el PP gastó 133.398.210 de
euros e ingresó a través de las cuotas de los afiliados 12.303.879. Más del 90%
del derroche se hizo a cargo del dinero público. Manda huevos, que diría un
ilustre político especializado en Shakespeare, el autor de El sueño de una noche de verano -no se
refería a la democracia española-, que escribió: «Ser honrado, tal como anda el
mundo, equivale a ser un hombre escogido entre diez mil». Y también: «Algunos
nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y
a otros la grandeza les queda grande». Lo que caracteriza a las clase política
española no es, por supuesto, la grandeza, tampoco la corrupción. Es la
mediocridad. Podría citar a varios ministros y ministras de los Gobiernos democráticos
que no hubieran sido admitidos ni como auxiliares de redacción en los
periódicos nacionales.
Falta una
consideración: la subvención recibida por el PSOE, el PP y los otros partidos
en las andaluzas no es incompatible con la que recibieron y siguen recibiendo
por las elecciones generales de 2011. Se suman las cantidades, como se sumará
el maná que caerá del cielo, en generosa mamandurria, tras las elecciones
autonómicas y municipales del 24 de mayo. Todo es poco para la voracidad de
los partidos políticos, que se regenerarían democráticamente si aprobaran en
el Congreso de los Diputados una ley que estableciera: «Ningún partido
político, ningún sindicato, podrá gastar un euro más de lo que ingrese a través
de las cuotas de sus afiliados». Pero eso sí que es el sueño de una noche de
verana
Luis
María Anson, de la
Real Academia Española.
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