Una
y otra vez se repiten frases como: “hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades” y “la economía sólo se recuperará cuando el crédito vuelva a
fluir”. Exploremos una pregunta esencial: ¿para qué sirven los bancos?
¿Qué hace un banco?
¿Por qué los bancos son importantes para
la economía?
Los bancos son importantes para la
economía porque canalizan el dinero “que está parado” (los depósitos) hacia
personas que lo utilizarán en alguna actividad.
Imaginemos que yo quiero fundar el mejor
blog en castellano. Necesito dinero para pagar a un diseñador web, comprar
anuncios en Google y contratar a siete masajistas que alivien la tensión
que mi éxito genera. Para eso, pido un préstamo al banco que devolveré en 3
años.
Si mi negocio funciona, todo el mundo
sale ganando. Yo, porque no hubiese podido abrir mi web sin el préstamo.
Los ahorradores obtienen ciertos intereses por tener su dinero en el banco. El
banco gana porque los intereses que yo pago por el préstamo son mayores que los
que el banco paga a sus clientes. También ganan el resto de ciudadanos porque
la web genera puestos de trabajo y nuevos impuestos. Los bancos son “el sistema
circulatorio” de una economía: canalizan los recursos inutilizados hacia nueva
actividad económica. Un sistema financiero que funcione bien es esencial para
una economía próspera.
Entonces, ¿los bancos son siempre buenos
para la sociedad?
No. Un sistema financiero que funcione
mal puede destrozar una economía.
Nuestra crisis es un buen ejemplo del
daño que pueden hacer los bancos mal gestionados. La burbuja inmobiliaria se
produjo porque los bancos concedieron hipotecas a mansalva y el Gobierno no
introdujo ninguna norma regulatoria. Como era tan fácil conseguir una hipoteca,
los precios de la vivienda se dispararon. Los bancos españoles obtenían gran
parte de ese dinero a través de bancos alemanes. Los ahorros en Alemania se
canalizaban hacia préstamos en España.
Ahora los alemanes nos dicen que “hemos
vivimos por encima de nuestras posibilidades”. Esta frase me repele porque
contiene un aire moralista bastante bobo. Permitidme reformularla así: “algunas
empresas y familias españolas se endeudaron demasiado… y no olvidemos al propio
Gobierno Central y los Autonómicos, que se enfrascaron en multitud de obras
ruinosas”. Pero también podemos preguntarnos por el otro lado de la ecuación:
Gobiernos, empresas y familias se endeudaron porque había bancos que les
prestaron ese dinero.
Si debemos repartir la culpabilidad
entre bancos y familias, los bancos deberían llevarse la mayor parte: ellos
poseen muchísima más información que las familias. Además, el trabajo de un
banco consiste, precisamente, en valorar si un préstamo es sostenible o no. Aún
más terrible: mucha gente está pagando un enorme precio humano por
errores que no cometieron. Muchas de las personas que han perdido su
empleo ni habían pedido créditos ni habían especulado con la burbuja
inmobiliaria.
¿Debemos rescatar a los bancos?
Resulta sangrante que el Estado inyecte
miles de millones en bancos privados (y responsables de la crisis) mientras se
recorta en sanidad y educación.
Además, rescatar a los bancos genera
profundos dilemas morales. Primero: ¿porqué se rescata a los bancos mientras el
resto de empresas desaparecen cuando su negocio fracasa? Segundo: si los bancos
saben que el Estado siempre va a rescatarlos, ¿qué incentivo tienen para hacer
bien su trabajo? ¡Menudo chollo ser banquero! Cuando el negocio funciona, gano
mucho dinero y cuando el negocio va mal, ¡los ciudadanos me pagan el sueldo!
Muchos economistas, desde los más
“liberales” a los más “progresistas” (e.g. Paul Krugman) opinan que, a pesar de
todo, es necesario rescatar a los bancos, siguiendo el criterio alemán,
establecido por el Bundesbank, su banco central. Pero cuando estalló la crisis
inmobiliaria en EE.UU. con el gigante Lehman Brothers Holdings Inc, el
Gobierno americano en ningún caso se planteó un “rescate” con dinero público de
este holding financiero, por considerar que, a la larga, eso sería más
perjudicial para el país que dejar que corriera su suerte lógica, ya que los
accionistas demostraron su ineptitud en la gestión bancaria. Y la empresa
quebró. Lehman Brothers Holdings Inc, fundada en 1850, fue una compañía
global de servicios financieros de Estados
Unidos. Destacaba en banca de inversión, gestión de activos
financieros e inversiones en renta fija,
banca comercial, gestión de inversiones y servicios bancarios en general.
¿Y
qué ocurre si no rescatamos a los bancos? En primer lugar, muchas familias
perderían parte de sus ahorros (aunque sólo los que inviertieron en esos
bancos). Y si el sistema financiero colapsa por completo, casi todas las
empresas se irían a la bancarrota en cuestión de semanas. No ocurrió en los
EE.UU.
Estos días se habla mucho de Islandia.
Ellos decidieron no rescatar a sus bancos y les ha ido muy bien. No obstante la
situación en Islandia es dificilmente comparable con la nuestra. Islandia es un
país muy pequeño (300.000 habitantes) que tenía bancos monstruosos: la mayor
parte del dinero que había en esos bancos no pertenecía a ciudadanos
islandeses. El marrón se lo acabaron comiendo los fondos de pensiones
británicos y holandeses.
La cuestión relevante es esta: ¿qué
debemos pedir a los bancos a cambio de un rescate? Para empezar, no podemos
permitir que los antiguos gestores se retiren con pensiones millonarias.
Segundo, mientras haya dinero público, los bancos deberían priorizar la salud
de nuestra economía sobre los intereses de sus accionistas. También deberíamos
aprender algo de Islandia: exigir responsabilidades penales a quienes han
destrozado las vidas de millones de familias.
El modelo americano, más Keynesiano, ha
demostrado ser mucho más eficiente en el manejo de la crisis, que el aplicado
en Europa bajo la exigencia alemana, dueños del Euro (“Os doy dinero para
evitar la caída de vuestros bancos y, a cambio, suprimís y reducís las
condiciones laborales y servicios públicos de vuestros ciudadanos”). La evidencia
palpable es que ningún estado americano está en la ruina económica a que el
gobierno alemán ha obligado a los países del sur de Europa, sin excepción. Y la
salida de la situación, no se vislumbra a corto plazo. Parece que la decisión
está en manos del gobierno alemán, quien decide lo que deja hacer o no hacer a
cada país bajo su órbita. Mucho más inteligentes demostraron ser los ingleses,
al no aceptar una entrada plena en una Europa comandada por los alemanes, bajo
el teatro de marionetas que es el Parlamento Europeo de Bruselas, dirigido
realmente desde Berlín.
Ampliado con comentarios del abajo
firmante.
JORDI
PI SOLSONA
(el
fill del meu pare)
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