Mejor será que no intenten
disimular lo que no admite disimulo Su problema no tiene nada que ver con el
que tuvieron los componentes de la candidatura, o lo que sea, independentista,
que no se ponían de acuerdo en cosas tan obvias como la de incluir a políticos
profesionales en su lista única y que han acabado por pergeñar un bodrio que no
se lo compraría nadie en ninguna democracia conocida, pero que los catalanes,
anestesiados con las promesas de una Arcadia feliz de la mano de Mas y Junqueras,
no tienen inconveniente en aceptar.
El problema del PP catalán es
otro y tiene ahora mismo una hondura muy considerable: las perspectivas
electorales del partido en una convocatoria tan extravagante, pero tan decisiva,
como la del 27-S son pésimas. Probablemente las peores de su historia. Y éste
era el momento en que se necesitaba en Cataluña un puñado de partidos sólidos
que defendieran con vigor y entusiasmo la idea de una España unida y respetuosa
con las libertades de todos. Pero el partido en el Gobierno, el que alcanzó una
apabullante mayoría absoluta
hace cuatro años, se en cuentra
en estado catatónico en la Comunidad catalana. Lo que se espera, a tenor de
los últimos sondeos, es una pérdida de alrededor de la mitad de los 19 escaños
que ahora ocupa. Es decir, una catástrofe, y eso en el momento determinante en
que es necesario sumar fuerzas para derrotar en las urnas a quienes pretenden
separar a Cataluña del resto de España.
Y no tiene candidato el PP
para estas elecciones. No es verdad que se estén guardando precavidamente el
nombre de quien va a encabezar su lista: es que todavía lo están buscando.
Pero tiene muy poco banquillo el partido en esa Comunidad porque la dirección
nacional popular, empezando por su presidente, ha exhibido una dejadez
inexplicable a lo largo de toda la legislatura y no se ha preparado para una
batalla que estaban convencidos de que no habría de llegar. Y, naturalmente, ha
llegado. Esto es como si los bomberos o los servicios contra incendios no
hicieran simulacros ni se ejercitaran porque estuvieran seguros de que no se
iba a incendiar ningún bosque ni fuera a explotar en ninguna casa una bombona
de gas.
Pues esto es lo que ha hecho
el Partido Popular en los últimos cuatro años: no se ha entrenado para lo que
había de venir. Y ahora se encuentran con la necesidad de sustituir de urgencia
a Alicia Sáitchez-Camacho porque con ella e:> cabeza ya saben que se hunden.
Es lamentablemente tarde para darse cuenta de lo que tienen delante desde hace
tanto tiempo. Y con un nombre de postín tampoco llegan a tiempo de arreglarlo.
Lo malo de esto es que ellos pierden pero lo acusa España.
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