TEMA QUE JO JA EN
VAIG PARLAR AHIR I AVUI TAMBÉ HO COMENTA UN DIARI DE
L' ALTIPLÁ
L' ALTIPLÁ
"FALTA todavía más de un mes para que se
celebren las elecciones autonómicas catalanas, pero los partidos independentistas
han pisado el acelerador de la campaña. La lista unitaria Junts peí Sí -en la
que el president Mas va de número cuatro-
está preocupada por no lograr la amplia movilización a la que apela
continuamente. Por ello, su cabeza de cartel, Raül Romeva, advirtió ayer de la
necesidad de un «mandato claro en las urnas». Y desde la Assemblea Nacional
Catalana van más lejos aún y su presidente, Jordi Sánchez, aboga por «declarar
inmediatamente la independencia» si el Estado «coacciona» a la población tras
el 27-S. Es una exhibición diaria de despropósitos. Aunque lo que no es ninguna
broma es el desafío soberanista, que ya no parece tener marcha atrás. Más allá
de que los distintos órganos del Estado estén vigilantes para impedir
cualquier vulneración legal, los partidos no independentistas tienen de aquí a
las elecciones una oportunidad única para desmontar con argumentos sólidos las
falacias sobre las que se apoya el plan rupturista.
En este sentido, el conseller de Justicia,
Germá Gordo, no ha tenido empacho en pedir que una Cataluña independiente «no
olvide la nación completa» y defender la posibilidad de extender «la
nacionalidad catalana» a los ciudadanos del «resto de territorios de los Palsos Catalans», en
referencia a Baleares y la Comunidad Valenciana. No es un mero desvarío del
con- seller. Su planteamiento es insultante para todos los españoles de estas
comunidades, que ya tienen nacionalidad y no desean ser tratados como si
fueran miembros de alguna colonia. Pero es, sobre todo, la demostración de
que el delirio independentista va mucho más allá del deseo de romper con
España. Su anhelo es la construcción de una realidad política inexistente que
no quedaría satisfecho ni con una hipotética separación de las cuatro
provincias catalanas.
Aunque las elecciones del 27-S no serán
plebiscitarias como les gustaría a Mas y los suyos, no cabe dudar de su
trascendencia. Y en función del resultado, el clima de incertidumbre que se
puede generar afectará a todo el país. Máxime cuando el president defiende, por ejemplo, que bastaría con
que los independentistas logren los 68 escaños de la mayoría absoluta para declarar unilateralmente la independencia, sin
importarle siquiera qué porcentaje del censo acuda a las urnas. El Estado tiene
suficientes instrumentos para impedir tamaña ilegalidad. Una nación con tantos
siglos de historia común no se rompe por los delirios de nadie. Pero en un
momento en el que tan importante es la estabilidad, cabe volver a apelar a la
sensatez de los catalanes."
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