dimarts, 2 de febrer del 2016

2437-GRABACIONES QUE CAUSAN PÁNICO

LA DECISION del juzgado número 18 de Valencia de llamar como investigados -antes imputados- a todos los concejales y asesores del PP en el Ayuntamiento de la ciudad que Rita Barberà ha gobernado durante casi 25 años pone de relieve que la corrupción que atenaza al partido no es un episodio particu­lar, sino que corroe toda su estructura.
No es que el PP valenciano tenga un tu­mor, es que la metástasis de la corrupción ha invadido todas y cada una de las institucio­nes que ha gobernado.
Tirando del hilo, la UCO ha pasado del es­cándalo de Alfonso Rus al blanqueo de dine­ro B en el Ayuntamiento de Valencia. Duran­te muchos años, en los que el PP gestionó con total comodidad la Comunidad y sus principales ayuntamientos y diputaciones, se fueron consolidando distintas tramas super­puestas. Camps, Fabra, Castedo, Blasco, Ripoll, Rus y ahora Rita Barberá, quien, para los responsables de la investigación, estaba al tanto del blanqueo del dinero.          
El truco de los 1.000 euros parece que no era privativo del grupo municipal valencia­no. Empleados y militantes del PP de otras regiones -algunos de ellos destacados- in­gresaban esa cantidad en efectivo como do­nación tras haber recogido el correspon­diente sobre entregado por el responsable de la tesorería.
El sistema es perverso y complejo. No ha bía una sola trama organizada desde la cú­pula del partido con sus ramificaciones en­tre sus cargos medios. Lo que había era una serie de grupos que actuaban por su cuenta. El problema es que, a veces, las empresas que participaban en las mordidas sufrían el acoso de distintas mafias.
El miedo recorre estos días los despachos de destacados políticos y empresarios valen­cianos. Según informa una fuerce cercana al caso, la Fiscalía Anticorrupción ha acumula­do horas de grabaciones durante un largo periodo de tiempo en las que Rus mantiene conversaciones con hombres de negocios, alcaldes y dirigentes del PR
«Conociendo al personaje -afirma una fuente refiriéndose a Rus- las grabaciones de Sonia Castedo y el empresario Enrique Ortiz van a ser un juego de niños al lado de las que estamos todavía por escuchar».
Mientras exista secreto de sumario, el pe­ligro de que se difundan es relativo. Sin em­bargo, el PP tiene que asumir qué esas con­versaciones se acabarán conociendo y que el calendario judicial va a complicarles la vida a los nuevos responsables de la organiza­ción recientemente disuelta.
El último estallido del enésimo caso de co­rrupción en Valencia pilla al PP nacional en un momento muy comprometido. Sin posi­bilidades de formar gobierno, la única op­ción posible, el único escenario que se con­templa en Génova es el de la convocatoria de nuevas elecciones.
Nada serio se va a hacer internamente hasta después de la cita con los electores. Pero, lo que se haga en Valencia dependerá de la profundidad de la limpieza que se ha­ga a escala nacional.
¿Está dispuesto el PP a afrontar de una forma seria y contundente la refundación del partido? ¿Ha asumido ya Rajoy que mientras él sea la cabeza de cartel la corrupción segui­rá lastrando a su organización? ¿Está dis­puesto el PP a correr el riesgo de poner en peligro su existencia tan sólo por un mal en­tendido concepto de la fidelidad?
Sin respuesta a esas preguntas, no se pue­de pretender que el PP sea una alternativa de gobierno para España.

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