dijous, 25 de febrer del 2016

2504-REGENERACIÓN DEL PP

SALVO ALGUNA aislada excepción, los partidos de relieve que han ocupado el poder en la democracia española están fuertemente emborronados por las prácticas corruptas. Se trata de una cuestión de hecho.
El PSOE tuvo a su director general de la Guardia Civil en la cárcel; a su goberna­dor del Banco de España en la cárcel; a su directora del Boletín Oficial del Estado en la cárcel; a su síndico de la Bolsa en la cárcel. Las filesas liminares se multiplica­ron en los eres y en los cursos de forma­ción, con muchas docenas de imputados entre ellos dos presidentes de la Junta de Andalucía. Algunos dirigentes socialistas y ugetistas no tuvieron empacho en fo­rrarse los bolsillos con dinero público sus­traído a los trabajadores.
Pascual Maragall denunció en el Parla­mento de Cataluña el 3% de la mordida habitual de los partidos en la concesión de obras públicas. Convergencia y Unión fue zarandeada por el ludibrio público hasta su desaparición, hundida en la náusea de las prácticas corruptas desde el Liceo a los pujoles  con la política catalana en prime­ra línea de un escándalo continuado.
Al Partido Popular le han crecido co­mo hongos las corrupciones. Los gürtel, los barcenas y las púnicas han demostra­do la profundidad de las prácticas co­rruptas en Madrid y Valencia. La imagen del partido ha quedado fuertemente fragilizada, en gran parte por la falta de reacción de una presidencia apoltronada en la sandez arriólica del «no hay que hacer nada porque el tiempo lo arregla todo y lo mejor es tener cerrado el pico».
Afectando las corruptelas por igual a casi todos los partidos que han gobernado, los rivales de Rajoy están consiguiendo convertir al PP en el partido de la corrup­ción. Menudo sambenito.
El PSOE, ajeno al que esté libre de pe­cado que tire la primera piedra, se ha de­dicado a lapidar al PP de Rajoy con la misma delectación que los fundamentalistas islámicos a la adúltera cachonda o al homosexual de tumo. El ministro Fernán­dez cree que hay una conspiración. Tal vez no le falta razón. Pero al PP le sobran recursos mediáticos para contrarrestar la campaña, entre otras razones porque el PSOE está también cuarteado por corrup­telas sin cuento. No dar respuesta a la tor­menta de acusaciones contra el PP no ha­ce otra cosa que emporcar la situación de un partido que incluso regaló un canal de televisión, tras salvarle de la quiebra, a quien se ha dedicado a la insidia perma­nente contra el que le dio de comer.
El PP de Mariano Rajoy ha perdido 53 diputados. Se ha quedado solo con 123 y, para colmo, no puede entenderse con na­die ni siquiera con Coalición Canaria. Tiene 227 diputados en contra, es decir, la totalidad de los diversos partidos. Y así no se puede funcionar en una democra­cia parlamentaria que, salvo mayorías absolutas, precisa de alianzas para en­cauzar el posible Gobierno. Cada vez re­sulta más necesaria la regeneración del Partido Popular y su rejuvenecimiento. Los militantes del PP, honrados a carta cabal, serios, constructivos, preocupados por el interés general, están pidiendo a gritos un Congreso urgente que demo­cratice el partido, que estudie su profun­da regeneración y que proceda a un au­téntico relevo generacional.

Luis María Anson

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