dilluns, 7 de març del 2016

2531-DEL DISPARO AL BESO

Tras cumplir una condena de seis años de cárcel liberan a Otegi, ex jefe de la ETA -negociado Secuestros y Portavocía-, y los diputados de ERC y la CUP  los periodistas del prusés y los ultraizquierdistas de Podemos lo celebran en la prensa como el cese de una injusticia y acuden a aclamarle a la puerta de la cárcel.
Como me cuesta entender esa que­rencia, procuro ponerme en su mente. Vamos a ver si lo consigo:
¿Qué es la práctica del asesinato, desde el punto de vista del que lo comete? ¿No puede considerarse como una forma de manifestar la opinión que al ejecutor le merece su víctima? Una forma extrema, y hasta violenta y antipática si se quiere, pe­ro clarísima, de tomarse la libertad de ex­presar oposición. ¿Y no es la libertad de expresión atributo esencial de la democra­cia? Ergo: al jalear a Otegi lo que se quiere decir es que los activistas de la ETA ejer­cían -sin diplomática hipocresía- de de­mócratas de verdad; y en cambio el empe­ño de las autoridades en enjaularles es por definición coactivo, represivo y propio de una democracia «de baja calidad» -o sea, poco menos que totalitaria- como es la es­pañola. Cabe recordar que las democra­cias fundadoras de la modernidad, ejem­plo para todas las demás, se fundaron así; la francesa impuso «igualdad, libertad y fraternidad» mediante el uso sistemático de la guillotina y el régimen del terror. Y la americana garantizó la libertad y el dere­cho del individuo a ser feliz mediante la guerra civil y el exterminio de los indíge­nas, renuentes a asimilar tan altos valores.

IGNACIO VIDAL-FOLCH

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