SI EL INDEPENDENTISIMO es en sí mismo un plan de huida hacia adelante
que para muchos ha supuesto esconder una mala gestión y esquivar las críticas
de los ciudadanos inmersos en los efectos de la crisis, la hoja de ruta
económica que plantea el Conseller de Economía y vicepresidente de la
Generalitat va a la zaga con su estrategia.
En efecto, Junqueras es consciente de la maltrecha caja que tiene el
Govern, una vez ha visto con sus propios ojos el estado de las cuentas, y eso
no se le va a negar. El déficit galopante de Cataluña, que se suma al de otras
muchas comunidades autónomas asfixiadas por sus rendiciones de cuentas, está
más que calculado. Por eso, que recurra al fondo de liquidez del Estado entra
dentro de las previsiones de la Administración del ministro Montoro, para eso
se creó el instrumento financiero.
Junqueras, con todo, no sólo insiste en reclamar el beneficio del FLA
pese a mantener a un tiempo su desafío secesionista. El republicano no tuvo
ayer empacho en pedir, apenas 48 horas después del encuentro con Montoro, un
mayor desahogo en el objetivo de déficit fijado que, según sus cuentas,
supondría triplicar el objetivo previsto.
La postura de Junqueras no responde a la responsabilidad que se
presupone de un gobernante con competencias en materia tan delicada y encaja
más en un uso partidista del cargo.
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