LEOPOLDO Calvo Sotelo fue el más culto de los presidentes de Gobierno
de la democracia española, el más trabajador, el más ordenado, el que se
fortalecía escuchando la música de Wagner. Al constatar que el péndulo
político oscilaba hacia la izquierda quiso contrarrestar su movimiento
fortaleciendo en el Gobierno de UCD posiciones socialdemócratas. Se equivocó.
El centro derecha español se sumó en bloque a Alianza Popular y el partido
ucedista pasó de 165 escaños a 12, hecho sin precedentes en la Europa democrática.
Mariano Rajoy ha creído que su espléndida gestión económica, tras
evitar el rescate, reducir la prima de riesgo, disminuir el déficit y rebajar
el paro era suficiente para su reelección. Se equivocó. El centro derecha español
prefiere la unidad de España al bienestar económico. Y quiere además que su
Gobierno respete el humanismo cristiano, la propiedad privada y la sociedad de
libre mercado. Cerca de cuatro millones de votantes abandonaron el Partido
Popular de Rajoy por su lenidad en la acción política, instalándose en la
abstención o robusteciendo a Ciudadanos, ya que Albert Rivera ha mantenido siempre
una posición firme y coherente frente al órdago secesionista catalán.
Por su parte Cristóbal Montoro ha restado el voto de muchos millares
de simpatizantes del PP que rechazan su política fiscal considerándola una agresión a la propiedad
privada. Solo las familias francesas y belgas, por ejemplo, con una carga del
36,75% y del 36,11% superan la fis- calidad que soporta la familia española, el
34,43%. Incluso Suecia y Alemania están por debajo de España, tan lejos por
cierto nuestra nación de Inglaterra con el 5,65%, Luxemburgo con el 5,85%,
Dinamarca con el 9,09% y Holanda con el 11,61%. Y eso para no hablar del 21% de
IVA que hay que pagar para ver una obra de Calderón o Buero Vallejo, mientras a la pornografía
se la grava con el 3,2%.
No es
verdad que el PP ha ganado las elecciones del 20-D. En el sistema parlamentario,
salvo mayoría absoluta, vence el partido que suma más escaños. Mariano Rajoy no
ha podido añadir a sus 123 diputados ni siquiera el de Coalición Canaria.
Pedro Sánchez cuenta con 131 y trabaja aceleradamente para sumar al PNV y a Compromís
y a IU. Total 143 síes frente a los 142 noes del PP DiL, ERC y Bildu lo que le
daría la investidura, si Podemos aceptara la abstención. Una pirueta de circo,
en fin, acariciada por algunos sectores socialistas a los que no gusta la
verdadera preferencia de Pedro Sánchez: el Frente Progresista, es decir, el
Frente Popular, la alianza del PSOE con los dos partidos comunistas, Podemos e
IU, más la suma del PNV y la abstención de los nacionalistas catalanes.
España
contempla asqueada cómo se impone el interés personalista o el partidista
sobre el general. Instancias importantes nacionales e internacionales, tanto
políticas como económicas, creen que la mejor forma de evitar nuevas
elecciones sería que a los 131 diputados con los que cuenta Sánchez se sumara
la abstención de los 123 del PP pero Rajoy todavía continua enrocado sin darse
cuenta de que si se levantara la piel del cuerpo español se vería grabada en la
carne viva la palabra asco. Asco por una clase política que lleva muchas semanas degradándose
ante el pueblo español.
Luis María
Anson
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