LOS QUE le conocen bien creen que Pablo Iglesias aspira a algo más que
a una hiper- vicepresidencia de la que dependan el CNI, el CIS, RTVE y una
policía política de nueva creación, amén de los más suculentos ministerios. El
líder podemita piensa, tras escabechar a Sergio Pascual, que unas nuevas
elecciones pueden convertirle en presidente del Gobierno.
Conforme a la media de las últimas encuestas publicadas, el número de
votantes por partido se muestra, con ligeras variaciones, similar al que
produjo el 20-D. Pablo Iglesias apuesta a que no ocurrirá lo mismo con los
escaños porque su acuerdo con Garzón es firme. Al dirigente comunista le cuesta
cada diputado cerca de medio millón de sufragios porque la ley D'Hondt es así
de puñetera. Mientras al partido adalid le basta, según las circunstancias,
con 50.000 votos, IU debe multiplicar casi por 10 la cifra.
Podemos, en alianza con IU, sumaría a los suyos un millón de sufragios
y sobrepasaría al PSOE. Se convertiría así en el segundo partido nacional y se
beneficiaría de la ley D'Hondt, arañando el centenar de diputados. Si se
repitiera la situación tras el 20-D, Mariano Rajoy no acudiría a la investidura
por carecer de los apoyos imprescindibles. El Rey, en estricta aplicación de
la Constitución, propondría a Pablo Iglesias, líder de Podemos-IU, como
candidato a la presidencia del Gobierna El astro podemita se maneja muy bien
con los grupos nacionalistas y con las diversas instancias de extrema
izquierda. Necesitaría, eso sí, el apoyo de un PSOE relegado al tercer lugar y
ahí se produciría el tira y afloja entre un sector del partido socialista
opuesto a ser fagocitado por Podemos y las generaciones jóvenes proclives a
entenderse con la agrupación de Iglesias.
Claro que todo esto es una especulación más de
las centenares que se han hecho en las últimas semanas. Tal vez Pedro Sánchez consiga encabezar una alianza con la
extrema izquierda, es decir,
un Frente Popular con los dos partidos comunistas, el clásico que es Izquierda
Unida, y el del siglo XXI, que es Podemos. Quizá Mariano Rajoy ceda a la muy firme
actitud del alto empresariado español y decida abstenerse en una nueva sesión
de investidura para dar paso a la alianza PSOE-Ciudadanos. Incluso podría
producirse una rectificación del partido socialista en favor de la solución
propugnada por el líder del PP el tripartito liderado por Mariano Rajoy.
Conjeturas todas que mantienen abierta la incógnita de futuro político, si
bien personajes instalados en puestos claves de la vida española me han
asegurado en los últimos días que la situación se resolverá sin elecciones...
y sin Podemos.
Ya veremos lo que pasa porque si la intransigencia de unos y el
cerrilismo de otros provocan finalmente unas nuevas elecciones, Pablo Iglesias
aliado con Garzón está seguro de someter al PSOE a un sorpasso que podría arrumbar en el desván de la historia al centenario partido
que engrandeció Felipe González. Y a partir de ese momento, la aspiración no
disimulada de Pablo Iglesias, la de convertirse en presidente del Gobierno,
sería algo más que una utopía. Para yugular a Podemos, por cierto, y para
desbaratar su ambición se pondrá en marcha, se ha puesto ya, una larga
caravana de acusaciones y denuncias desde la Venezuela chavista hasta el Irán
de las intransigencias islámicas.
Luis María Anson
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