LA CUP
mantiene su presión sobre Junts pel Sí de tal manera que convergentes y
republicanos ya no saben a qué artimañas políticas acudir para no incurrir en
ilegalidades, una opción que, al parecer, ha dejado de agradarles. Y, en esa
tesitura, lo que hacen es ir tomando decisiones que lo único que consiguen es
dilatar la agonía de un proceso que iniciaron y que, si fuera por sus socios políticos,
llevaría a la ruptura con España de forma unilateral.
El
desgaste en las fuerzas nacionalistas se va acrecentando y con él se agravan
los problemas internos de Junts pel Sí. Mientras que en la formación
nacionalista cada vez se habla más de pacto, de diálogo, e incluso
se ha llegado a insinuar la opción de una consulta legal sobre la independencia,
los
cupaires no dejan de acrecentar su presión y amedrentrar
a sus supuestos socios.
De hecho,
la decisión de la Mesa del Parlament de llevar a debate la nueva propuesta de
la CUP, que incluye desobedecer la sentencia del TC respecto de la resolución
del pasado 9 de noviembre, es papel mojado. Los nacionalistas pretenden que la
CUP rebaje el tono y pula lo que algunos miembros de la Mesa calificaron de
«dudas legales» para que, cuando llegue al debate parlamentario, puedan apoyar
la resolución. Pero lo hacen sabiendo a ciencia cierta que la
CUP desoirá su recomendación.
Tret d’un diari de l'altiplà
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