Artur Mas no perdió un minuto para pedir
para su formación el voto útil de los independentistas en las elecciones
generales del 20 de diciembre. Consciente de que la guerra abierta entre
Convergencia y la CUP por la investidura ha consternado a parte del
soberanismo, el presidente de la Generalitat en funciones afirmó: «La gente
que ha ido a las manifestaciones, los que votaron sí-sí, está
regalando una papeleta del Gordo a los que nos quieren hundir, al PP y
Ciutadans, si no va a votar».
En un pabellón de la Nova Icaria bastante
más desangelado que en anteriores inicios de campaña -no había nadie en las
gradas, todos los asistentes cupieron en la pista-, Mas trató de insuflar
ánimos a la parroquia convergente con un tono y un lenguaje desconocidos en él.
«Nos decían que el 9-N nos cagaríamos en las bragas y no pondríamos las urnas
porque era imposible, nos decían que no seríamos capaces de unir al
soberanismo. Era imposible, y lo hicimos posible», dijo, en alusión al lema
de la campaña.
Pero también admitió las dificultades:
«Aunque estemos un poco embarrados, hayamos tropezado en negociaciones
complicadas, tened presente que lo que tenemos entre manos saldrá bien, y al
final con investidura o elecciones iremos hacia adelante».
El partido que inventó Jordi Pujol hace
40 años afronta su última campaña electoral con su nombre fundacional, aunque
ahora esté camuflado bajo la denominación de Democrácia i Llibertat. En los
primeros meses de 2016 se celebrará un congreso que borrará las siglas
históricas de Convergencia Democrática Catalunya definitivamente. Se trata,
precisamente, de hacer olvidar los desmanes del fundador y de su familia.
El plan está cogido con alfileres: ahora
mismo, peligra por dos frentes que pueden provocar que la refundación se
convierta en una demolición en toda regla. El primero es la investidura de
Mas, que sigue pendiente de que el ala más concomitante con Convergencia de la CUP (encabezada por
David Fernández) consiga convencer a la más sensible con los recortes sociales
del Govern. El segundo frente es el resultado electoral que logre Francesc
Homs, el controvertido portavoz de la Generalitat en la última legislatura.
El sector de la CUP más crítico con
Convergencia todavía espera que un mal resultado de Homs convenza a Junts pel
Sí de que presente a otro candidato a president. Así que de él, fiel escudero
de Mas e ideólogo del giro independentista que ha fracturado todo el espacio
político catalán, depende en gran medida el
futuro del jefe.
Mas dejó ayer muy
claro el peso que Quico
Homs -lo llamó siempre por el diminutivo- ha tenido en el Govern en los últimos
años, como sustituto de David Madí en la sala de máquinas. «Se marcha a Madrid
mi mano derecha, con una lealtad a prueba de bombas. Os pido que le deis la
misma confianza que le doy yo, no os arrepentiréis», dijo para presentar al
candidato al Congreso.
Homs no pudo más
que agradecer los cumplidos con una gran sonrisa y anunciar que «tras el
solsticio de invierno [el 21 de diciembre], las noches se hacen más cortas».
Leído en El Mundo del 4 de diciembre.
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