SUCEDE QUE en Cataluña la CUP armó
definitivamente la españolada. El empate a 1515 que SÍ y 1515 que NO alcanza
las herrumbrosas cimas de lo bufo. Estos gags no resuelven nada pero aportan
verdades. Por ejemplo, que Artur Mas es nuestro Leonard Zelig. Me explico:
Zelig es un personaje extraordinario creado por Woody Allen. Un tipo que
desarrolla la capacidad sobrenatural de cambiar de apariencia adaptándose al
medio en el que se desenvuelve. Algo así como un camaleón que emproa la
mandíbula hacia donde sopla el viento. Nuestro Artur Zelig se estrenó como
chico de los recados de la familia Pujol (la más palermizada de las sagas
hispánicas). Luego tomó rumbo al nacionalismo, camuflado de delfín. Después
opositó a redentor de una ansiosa
Catalunya lliure en medio del festival de corrupción que él, como
ATS de su maestro, mantiene con sedación artificial. Y después se afianzó en el
terco apeadero de la independencia convertido ya en un doble de sí mismo, que
consiste en darse él solo la razón cuando la necesita. Este es Artur Zelig.
Lo que no era posible calcular es tanta
humillación como acepta. La mendicidad en la que ha caído. El limosneo sin
gracia ni oportunidad cuando una mitad se apunta y la otra mitad se desapunta
para barrerlo. A este hombre sólo le queda opositar a maletero de Antonio Baños, achicándose más aún hasta concretarse en
una mala imitación de Baños. Pudiendo haber escapado de su propio delirio con
unas décimas de pundonor, terminará envuelto en una bata de satén para
retirarse llorando. Artur Zelig
ha pasado de President a extra en la compañía de galas orientales de Manolita
Chen. Es lo que tiene el ponerse a la altura de la pequeñez del enemigo (los
paisanos que lo torean allá). El calado de la situación es fabuloso. Cataluña
al completo depende por ahora de unos 3.000 colegones que optan por quedarse
para siempre en la provincia viendo Cine de Barrio con subtítulos caseros. Y a
la espera de cómo les atice en la próxima quedada el viento de garbí anda Artur Zelig, tomando clases
nocturnas y aceleradas del
parrandeo tipo CUP. Qué pena de yerno, tú.
Hay hombres incapaces de distinguir una
misión de una trampa. Inmunes al ridículo. Gente? "capaces de no ser nadie
y ser a la vez cualquiera. Tipos que abandonan su identidad para formar parte
de algo, lo que sea. No es un problema físico, sino mental. Empiezan en la
vida de narcisistas y acaban de taquilleras de su propia comedia. Artur Zelig es el
presidente más raro de la historia moderna de España. Ha alcanzado el norte
magnético de la política, que es el lugar que apunta la aguja imantada de una brújula (el polo norte magnético) que no coincide con el Polo Norte geográfico. Es lo que pasa con su parte del
procés independentista, que se lo han jarrapellejeado mientras
continúa (pobretico) de cara a la tapia contando hasta el infinito para un escondite
en el que sólo está él.
Un hombre con síndrome camaleón no puede
ser tomado en serio. Menos aún cuando se arrastra indecentemente por no perder
lo que ya ha perdido. Este es el percal de Navidad. Así vamos. Artur Zelig, mientras,
parece que ensaya el acento para mutar a español.
ANTONIO LUCAS
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