Este periódico afea la conducta de un embajador y
un diputado, ambos del PP, por comisionistas. (Comisario Renault: «¡Qué
escándalo, qué escándalo! He descubierto que aquí se juega». Croupier: «Sus
ganancias, señor»). Luego dicen algunos que si el descrédito de la política es
peligroso. Que si la corrupción es un mal localizado. Pero lo temerario es esta
bacanal de dinero que se reparten cargos públicos haciendo palanca en
negocietes privados. Parece que la práctica no es ilegal, pero es fea de
cojones. El PSOE impulsó un código ético para disimular este tocomocho, que no para evitarlo. Y
aquí seguimos. Buena parte de sus señorías han hecho del Congreso de los
Diputados una Cámara de Comercio particular y paralela donde además de trincar
sueldo y dietas oficiales se ocupan de sus benéficos mamoneos. Qué lujazo de
representantes. Qué arrojo.
Gustavo de Arístegui y Pedro Gómez de
la Serna, los señalados en la exclusiva de Quico Alsedo y Pablo Herraiz, forman
parte de la cuota activísima de aquellos que se descojonan de usted y de mí con
sus ñapas
y jaculatorias. Una vez al año todos acuden al Hemiciclo a hacer algo de punch
electoral con el de enfrente, pero el resto del tiempo andan en las mordidas
que favorece el cargo, currándose esa Sociedad Anónima que es su España, la de
sus clientes, la de sus colegas. Algunos se acusan minuciosamente en lo
abstracto, pero sin afearse de más el tinglado ni culparse en el juego de
manos. En las Cortes, como en Las sillas de Ionesco, sobran banquetas. Sobran
tahúres.
Sobran trajinantes legales.
Sobra el milagro del pan y los peces blanqueado con votos.
Aceptarlo, ampararlo, entenderlo y
mantenerlo es darle carta de naturaleza al trapicheo, al sisle, al pufo, al
enchufe, al espadismo de aforado. Esto es corrupción. Es decir: caos. Y nunca
tiende a ser igualitario. Le debemos pedir más a la democracia. Aunque sólo sea
por no aceptar a esos maulas que en los debates fingen ojos de asombro y voz de
ofensa, pero saben de la mierda que amparan en su casa. No les bastaba con tener
el
gin torne a tres pavos en el bar del Congreso. Qué va. Atajo de
patriotas.
ANTONIO LUCAS
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