NO SERÉ YO EL QUE SE meta con el apellido
del señor Gabriel
Rufián. El mío se las trae y me lo han recordado siempre. Lo
cierto es que el que escribe ha tenido que aguantar el típico trucha, sardina o
besugo a lo largo de su infancia y adolescencia. Éste último el más hiriente
aunque no sé por qué. Todavía algún tuitero con mentalidad de párvulo se
refiere a mi apellido de forma despectiva, lo que me devuelve de forma
agradable a mi infancia. ¡Paciencia! Claro que el señor Rufián habrá tenido que
aguantar peores. Y yo que le apoyo y me profeso identificado con su persona.
Pero hay
expresiones que son difíciles de contrarrestar. Por ejemplo, leí al cronista
que escribía sobre el debate y decía: «Silenciado el dogmático Rufián». No
pude evitar la carcajada. Nuestro periodista hacía referencia al término
«fascista» pronunciando por Rufián para señalar a los llamados padres de la
Constitución. La frase es tan correcta como decir: «silenciado el dogmático
Sánchez». Pero con semejante apellido enfatizar con unas palabras que son incontestablemente
equivocadas tiene peligros. Un insulto a la inteligencia democrática. Sin
embargo, todo es posible en la política de ahora.
ALEX SÀLMON
I jo hi afegeixo: Com es coneix de que
Gabriel Rufián es un mamelló, , per què encara no deu estar assabentats,
degut a la seva edat, de què en la redacció de la Constitució,
l’any 1978, a part del que si que era feixista o sigui en Fraga, també hi
havien “republicans com ell”, socialistes i comunistes.
Pere Pí Cabanes
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