Ya sabíamos lo que iba a pasar pero no podíamos
saber en qué términos se iba a desarrollar la jornada en el Parlamento
catalán. Y lo que vimos y escuchamos ayer convierte en definitivamente penosa
la situación de un Artur Mas que ya no sabe qué más ofrecer a los que son sus
enemigos ideológicos para arrancarles tan solo la abstención de ocho de los
suyos y el voto afirmativo de dos. No nos engañemos, los de la CUP tampoco quieren
que se convoquen nuevas elecciones. Por lo tanto, lo probable es que al final
haya algún acuerdo que permita a los de extrema izquierda hacerse con la
antorcha y sacar adelante la locura que se tienen entre manos. Pero mientras
ese momento llega, Baños y los suyos no van a desperdiciar ninguna oportunidad
de humillar al todavía presidente en lo personal, en lo político y en lo administrativa
Y van a demostrar al público quién manda, cosa que ya se ha visto: mandan
ellos.
De esta manera está quedando muy claro que el
intento de esa independencia que se proponen conseguir será liderado por la CUP
no por ERC y mucho menos por Convergéncia, sobre todo si se empecina en
mantener a Mas ai frente de sus filas. Y este es el panorama con el que se
tiene que enfrentar el Estado español: un Gobierno no nato pero conducido a
la sumisión por unos sujetos que se declaran no solamente enemigos de España,
sino también de la UE y de la OTAN, y dispuestos, además, a desmontar el
capitalismo en Cataluña como quien desmonta las piezas de un mecano. Por si era
de la máxima gravedad el desafío planteado, ahora se le suma el ingrediente de
una supina ignorancia política y de una idea adolescente del ejercicio del poder.
En definitiva, un panorama de locos.
Pero no hay que despistarse: entre ese espectáculo
deplorable aparece la voluntad de medio Parlamento de desobedecer todo lo que
se ponga por delante y que tenga origen en el cumplimiento de las leyes.
Incluidas las resoluciones del Constitucional. De modo que, más que
entretenernos en apreciar el penoso papel del señor Mas -maravilloso eso de
que en los últimos ¡siglos! Cataluña no había podido ofrecer todo lo bueno de
sí misma-, debemos fijarnos en lo que corre por debajo del esperpento al que
estamos asistiendo.
Y como ya está previsto que la señora Forcadell
vaya a hacer caso omiso a las órdenes del TC hay que poner la atención en el
comportamiento de los Mossos d'Esquadra, la fuerza policial sobre la que, en
principio, va a recaer la respuesta del Estado ante las más que probables
desobediencias, no sólo de ella, sino de los funcionarios que incumplan su
obligación de someterse al mandato de la ley.
Aquí es donde empieza la batalla, que tiene poco
que ver con la permanencia o no del señor Mas al frente del Gobierno catalán,
cosa que importa extraordinariamente al interesado y a sus compañeros de
partido y que tendrá efectos en la situación política final, pero que no
alterará en nada lo esencial del escenario. Pero si tuviera que hacer una
apuesta, yo me inclinaría por asegurar que, una vez convenientemente macerado
Mas en la humillación, alcanzarán un acuerdo que les permita salir adelante con
su locura insurrecta pero, eso sí, a partir de ahora dirigidos por la CUP, que
es la que tiene el ronzal con el que les lleva por el sendero. Si no fuera trágico
sería como para llorar de risa.
VICTORIA
PREGO
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