Es
ahora cuando empieza de verdad el baile. Ahora que el Tribunal Constitucional
ha suspendido la resolución independentista y ha advertido a 21 altos cargos
de la Generalitat de que les llevará ante los tribunales por la vía penal si
desobedecen sus órdenes. Ahora que la vicepresidenta del Gobierno en funciones
ha anunciado que ella y sus correligionarios van a hacer caso omiso -tal y
como ya se han comprometido por escrito en esa misma resolución- de las órdenes
del TC.
Ahora
es cuando se pone, de verdad, en marcha la maquinaria del Estado, que no puede detenerse
mientras los insurrectos no cesen en su actitud, cosa poco
probable porque, en ese caso, sumarían al ridiculo
supremo en el que ya están, y al total
descrédito internacional en el que
ya han caído, el reconocimiento explícito de su fracaso.
No
se trata de ser alarmistas pero no se debe esperar que esta gente abandone su
actitud. Están presos de su propia trampa y de esa pretendida astucia de la que
se jactaba no hace tanto tiempo el pobre Artur Mas, que ya ofrece como cosa
propia la fórmula de presidencia coral que al comienzo de las negociaciones se
le había ocurrido a la CUP y que a muchos nos provocó una carcajada. Qué
exóticos, pensamos, estos tipos. Pues, nada, no hay problemas en ceder hasta la
vergüenza total, así que Mas ya asume como propia la fórmula, que consiste
básicamente en que él permanezca como un pasmarote de adorno al frente de la
Generalitat y el Gobierno pase a varias manos: Junqueras, Romeva y Munté. Pues
ni con esas le dan el pase los de la CUP Al final va a tener que tirarse por la
ventana sin red y dejar pista libre para lo que la CUP ordene. Todo con tal de
seguir adelante con este esperpento que tiene estupefactos a todos los gobiernos
democráticos del mundo que jamás de los jamases, ni ellos ni ninguno de los
organismos internacionales, reconocería a esa Cataluña independizada a tortas
con la ley y de espaldas al más elemental respeto a las normas y a
la realidad.
El
hecho es que estos señores ya no pueden escapar del cepo que ellos mismos se
han puesto. Y que ahora habrá que seguir con detalle las próximas decisiones
que tome el Gobierno, que pasan necesariamente por no dar ni un paso atrás y
tampoco detenerse en su acción. No sé cuánto falta para eso, pero se acerca el
momento en que los Mossos d'Esquadra reciban la orden de intervenir contra
Forcadell, la primera señalada por el TC, y contra los miembros de la Mesa del
Parlament que la secunden en su actitud. Ese será un momento decisivo, porque
del comportamiento de la Policía autonómica dependerá la definitiva
desautorización interna, catalana, de los responsables políticos que ahora
mismo están en el poder. Conocemos la posición de los representantes sindicales
de los Mossos y son tranquilizadoras. Pero también sabemos que sus mandos
están en su mayoría seleccionados y situados ahí por su obediencia a 1a causa
independentista. No es descartable en absoluto un choque de obediencias dentro
del Cuerpo. Pero si los Mossos se ponen efectivamente al servicio de lá
legalidad, se habrá propinado al independentismo un golpe mortal que no hará
sino rematar el descabello que le ha propinado el insólito editorial de La Vanguardia del
pasado martes, y el que le están sacudiendo, ahora, los empresarios asustados.
Con esos tres golpes el independentismo se quedará sin aire y el Gobierno sólo
tendrá que rematar sin llegar a mayores. Por mucha concentración popular que
convoque la ANC en la plaza de Sant Jaume.
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