Mas es un cadáver político y parece que él es el
único que aún no se ha enterado. Mendigaba ayer el apoyo de la CUP para ser
investido presidente hoy, aceptando incluso perder casi todo el poder al
frente de la Generalitat en un insólito Gobierno coral con tres vicepresincias: Junqueras,
Romeva y
Munté.
Lo que nadie entiende es por qué cedió la
dirección estratégica de la independencia sin obtener nada a cambio. O, todo lo
más, una vaga promesa. En esta película llena de personajes mediocres, Anna Gabriel
se ha transmutado en una displicente Lolita, con peinado batasuno, que hace
sufrir al profesor Humbert Mas, obsesionado por lograr un poco de carño en forma de votos....un par por lo menos.
A Mas hay que verle como a una víctima de su
propia ambición, sus miedos y su dependencia psicológica del hombre que le
encumbró,
Jordi Pujol. El president sabía de su condición de interino
cuando asumió la dirección de CDC. El hereu era Oriol Pujol,
quien se rodeó de un grupo de fieles, ahora su guardia de corps, para tomar el
partido al asalto cuando llegara el momento. Pero el destino, Mas creyó que la
fortuna, frustró la carrera del secretario general de CDC, que tuvo que dimitir
tras su imputación en el caso de las ITV
Mas se vio entonces ante la perspectiva de pelear
con una pujante ERC por la hegemonía del nacionalismo catalán o bien pactar
con los republicanos aceptando a cambio sus planteamientos maximalistas, que
implicaban poner plazos inmediatos a la independencia.
La jugada concluyó con la creación de Junts pels
Sí, para lo que Mas hubo de liquidar a CiU, defenestrando a los democristianos,
que habían caminado junto a los convergentes desde el comienzo de la
Transición. No importó. El fin justifica los medios.
La táctica del cambio de pareja (Unió por ERC)
sólo tenía sentido en clave electoral. Si JPS lograba mayoría absoluta, Mas
volvería a repetir como president y tendría cierta autonomía respecto a ERC
para modular el tránsito hacia la independencia. Sin embargo, los cálculos
fallaron y JPS se quedó a seis escaños de la mayoría, lo que le obligaba a buscar
un socio para asegurarse la investidura.
Mas podría haber buscado cobijo en la marca
catalana de Podemos (CSP), sobre la base de proponer un referéndum de autodeterminación
para 2016, pero no lo hizo porque ERC prefería a la CUP partido inequívocamente
independentista. Y ahí es donde empieza el calvario de Humbert Mas. Al elegir
a los anticapitalistas como socios preferentes, el president perdió apoyos
entre la burguesía y las clases medias de Cataluña, que no quieren ni oír
hablar de dejar el euro o la OTAN.
No sólo eso, al firmar un documento como el que
ha servido de base para la resolución aprobada el lunes en el Parlament, sin
haber siquiera informado a parte de su Gobierno y dejando fuera de juego a
destacados dirigentes de Convergencia ha roto la unidad de su partido y ha
defraudado la confianza de personas como Mas-Colell, que daban un poco de
lustre a sus ensoñaciones.
Pero, lo que es aún peor, al lanzar un reto tan
brutal contra el Estado de Derecho como el que implica la resolución aprobada
(sobre todo su apartado 7o, en el que el Parlament se compromete a
desobedecer al TC, Mas ha conseguido unir a PP¡ PSOE y Ciudadanos, y le ha proporcionado
a
Rajoy la mejor baza preelectoral con la podía soñar.
En efecto, Mas, como ha reconocido a su manera Josep Rull,
se ha convertido en un agitador en favor del PP que ahora tiene prácticamente
garantizado el triunfo el 20-D. Otra cosa es que Rajoy pueda gobernar, pero
para ello podría contar con el respaldo de Albert Rivera, tal vez uno de los peores enemigos
del presidente en funciones.
Sí, aún existe la esperanza de que la CUP se
apiade de Mas aceptando un esperpéntico Gobierno con tres vicepresidentes. Pero
si le da hoy sus votos no lo hará para salvarle, sino para demostrar que tiene
la sartén por el mango ¡Imposible obtener más con 10 escaños! ¡Cuan caras le
están saliendo a Humbert Mas las carantoñas de Lolita Gabriel.
CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO
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