LA MONARQUÍA de todos, la democracia pluralista plena, ampara a Pablo
Iglesias y a su partido Podemos, que, dentro de la ley, mantiene la ideología
que cree más conveniente. Jueces como José Castro y Juan Pedro Yllanes tienen
todo el derecho a sentirse cerca de Podemos y a compartir sus ideas y
planteamientos. Nada que reprochar. José Castro ha renunciado a figurar en la
lista podemita por Baleares, pues ha preferido continuar en el puesto que le ha
sido prorrogado. Juan Pedro Yllanes ha solicitado la excedencia voluntaria y
los ciudadanos tendrán ocasión de respaldarle o no con su voto dentro de la
lista electoral de Podemos. Ese es el libre juego de personas e instituciones
en el Estado de Derecho.
Al juez Castro, que no es de carrera sino un enchufado del cuarto
turno, le han elogiado algunos por su tenacidad al acosar a la Infanta
Cristina en el caso Nóos hasta sentarla en el banquillo. Otros le han denostado
al considerar escandalosa su persecución contra la Infanta y la ojeriza con
que la ha distinguido. Pedro Horrach, desde su acreditada independencia,
calificó a Castro de «taimado», asegurando que «una leve brisa destruye la
instrucción» que hizo «a la carta» para «pescar a la Infanta». En su fobia
contra Doña Cristina, el juez ha buscado «frenéticamente la notoriedad»,
alargando «la instrucción hasta la náusea» para permanecer en los medios de
comunicación, en su obsesión «por convertirse en un juez estrella».
Los elogios al controvertido José Castro han sido muchos y las
críticas también, algunas demoledoras. Son muchos los que consideran evidente
su intento de medro personal de cara al futuro. Juristas de máxima solvencia
consideran que la Infanta Cristina, una mujer sencilla, trabajadora y
solidaria, es por entero inocente y que la responsabilidad del caso Nóos recae
en Iñaqui Urdangarín y en su socio. Eso lo decidirá la Audiencia de Palma.
¿Qué se hubiera dicho, en fin, en determinados periódicos impresos,
hablados, audiovisuales y digitales si la novia de Pablo Iglesias hubiera sido
acusada de cometer un delito y el juez instructor, primero, y el presidente
del Tribunal, después, fueran magistrados solicitados por un partido de extrema
derecha para encabe- zar sus listas? Callan muchos, sin embargo, ante la
circunstancia reveladora de que el juez instructor del caso en el que se ha
perseguido a la Infanta ha sido llamado por Pablo Iglesias para encabezar la
lista de Podemos por Baleares. Y que el presidente del Tribunal que la va a
juzgar ha pedido la excedencia y se ha incorporado a la lista de un partido
instalado en la extrema izquierda.
La Justicia ciega y equilibrada ha quedado en entredicho. La opinión
pública más responsable no sale de su asombro al conocer que el presidente del
Tribunal que iba a juzgar a la Infanta participe de la ideología de Podemos
hasta el punto depresentarse a las elecciones generales representando al
partido de Pablo Iglesias. No pongo en duda el ejercicio independiente de los
señores Castro e Yllanes. Pero no se trata solo de ser. Hay que parecer. Nadie
con la cabeza sobre los hombros se cree que los dos podemitas ahora cuestionados
no se hayan dejado influir por su ideología radical de extrema izquierda. Ahora
se ha descubierto el pastel.
Luis María Anson
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