dijous, 10 de setembre del 2015

1996-Todo es bueno para el convento

El fantasma del golpismo pervive en España de una manera patológica

Cataluña. Todo será Cataluña hasta, el 27 de septiembre y mucho tiempo después de ese día. España entera está asomada a Catalu­ña y los dirigentes políticos y quienes ocu­pan la cúspide de todas las instituciones del Estado sienten la necesidad de que sus pa­labras vayan dirigidas a ese único asunto, el que tiñe las conversaciones de la calle y los enfoques de las noticias de los medios de comunicación. Ayer hablaron el presi­dente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, la fiscal general del Estado, Consuelo Madrigal, y el ministro de Defensa, Pedro Morenés. Pero lo que ha levantado una ola de indignación y escándalo, además de la consabida mención a las «amenazas» y al «amedrentamiento» por parte del Gobierno a la población catalana, han sido las pala­bras del ministro.

Hay que decir de entrada que todo lo que diga un mando militar sobre cualquier asun­to no meramente técnico es recibido en Es­paña con una desconfianza que raya en lo patológico. El fantasma del golpismo pervi­ve en la conciencia de muchos españoles con una intensidad que no se corresponde de ninguna manera con el actual perfil de los miembros de las Fuerzas Armadas de nuestro país, que son tratados, con una mio­pía y una torpeza asombrosas, como una amenaza potencial permanente.

De los efectos de esa misma derivada par­ticipa inexorablemente todo ministro espa­ñol de Defensa, que debería medir sus pala­bras hasta la obsesión porque está obligado a saber que cada vez que abra la boca habrá una multitud de ciudadanos, sobre todo de políticos en período electoral, que le adjudi­carán las más siniestras intenciones.

Ocurre que a Pedro Morenés le pregunta­ron sobre si el Ejército intervendría en caso de una hipotética declaración de indepen­dencia de Cataluña, pregunta que incluye una evidente carga explosi­va aún antes de ser respon­dida. Y a Morenés no se le ocurre otra cosa que termi­nar su exhortación a que cada uno cumpla con su de­ber con la ocurrencia de añadir que, si eso es así, «no hará falta ningún tipo de ac­tuación como la que usted está planteando».

Ha sido imprudente Morenés introducien­do esa coda porque él sabe que todo, absolu­tamente todo, sirve ahora mismo para la con­frontación política. Pero también es verdad que el ministro de Defensa no puede ignorar en público lo que la Constitución encomien­da, como muchas otras constituciones de paí­ses democráticos, a las Fuerza Armadas: «Garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional», pero ac­tuando siempre a las órdenes del Gobierno. Esto también lo dice la Constitución.

Era innecesario, por tan­to, ese añadido de Morenés, que la vicepresidenta Sáenz de Santamaría se ha encar­gado rápidamente de preci­sar: no existe ninguna pers­pectiva, ninguna previsión y ninguna intención de enca­rar un escenario así. Eso lo saben sobradamente los que han puesto el grito en el cielo, pero co­mo todo es bueno pa'l convento, no han de­saprovechado la oportunidad que les ofrecía el ministro. De lo que se deduce que, en tiempos políticamente delicados, un minis­tro de Defensa de España lo mejor que pue­de hacer es no conceder entrevistas.


Victoria Prego

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