Nadie ha terminado entre rejas -como en el año 1873,1931 o 1934 cuando
los catalanes proclamaban la independencia en el balcón- y todo indica que han
fracasado por cuarta vez. La Constitución de 1978 ha sido el plan defensivo, sin
necesidad de capitanes generales.
Qué razón tenía Pla cuando decía que la historia romántica en
Cataluña siempre ha sido una historia falsa y, por eso, a pesar de sus sueños
de grandeza, todo termina siendo local: «En el Mediterráneo todo es local: la
meteorología, la cocina, los dialectos, la gente». Todo es cambiante, pero
fugaz. Así ha sido la ultima intentona del independentismo, local y fugaz. Al
final se ha impuesto la lucha de clases y de ideologías sobre el romanticismo
de trapo y alirón.
«Vivimos un momento glorioso -me dice el maquiavélico catalán que
suele informarme desde el palacio gótico-, todo está en el aire, todo un poco
más complicado, enredado y Cataluña, cada día más unida a España. Una no puede
vivir sin la otra. Lo que pasa en Cataluña condiciona la política española y
lo que pasa en España condiciona la política en Cataluña. Si en Cataluña se
convocan elecciones, en España posiblemente también; si en Cataluña se forma
un Gobierno independentista, en España se formará la gran coalición. Quieren
separarse, pero no pueden. Están unidas por fuerzas históricas más poderosas
que las elecciones». Le pregunto: «Pero, ¿qué puede pasar». Contesta: «Lo más
probable es que haya elecciones o elijan a Neus Munté, la mujer en la que pensaron.
En España no habrá Gobierno hasta saberse el resultado. Viviremos meses de
indeterminación, sin nuevas leyes, ni ocurrencias, ni amenazas, ni gestos,
quizás con una política de baja intensidad. Qué felicidad».
Mientras la política se serena, Pablo Iglesias vive, tardíamente, el
sentimiento trágico de Cataluña-España. Él piensa que la política son
escenarios y hay escenarios que son favorables y otros que son desfavorables.
Obsesionado por ser un buen socialista, curiosamente, ensaya la misma obra con
la misma trama con la que fracasaron los socialistas. Piensa que el PSC ha
obtenido un resultado peor que Podemos porque se colocaba más al lado de
España. «Cuando Pedro Sánchez -dice Pablo- va con la bandera, está diciendo:
'Eh, que nosotros somos España, nosotros defendemos que Cataluña pueda encajar
dentro de España, reconociendo que Cataluña es una nación, mientras el PP dice
tanques... Guardia Civil».
Cuando Cataluña se aleja de sus propias fantasías históricas, y se
repite por cuarta vez el fracaso de la declaración de independencia, la nueva
izquierda se vuelve a enredar en esa subasta de fueros y exenciones. «Nosotros
nos sentimos orgullosos de ser españoles al mismo tiempo que hemos reivindicado
la plurinacionalidad del Estado», insiste Pablo Iglesias. Él mismo se ha metido
en las palmeras de Bis- marck, en esa eterna contradicción de ser Bolívar en
Cataluña y Canciller
de Hierro en Madrid.
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