Lo dicho:
el baile no acababa ayer, la música va a seguir sonando hasta que el domingo
se apague. Porque estos señores, que ya han demostrado que están dispuestos a
saltarse las leyes que no les gustan y a desobedecer a los tribunales que les
condenan, no van a tener el menor empacho en pasarse las normas
procedimentales del Parlament por el arco del triunfo. Quiere esto decir que,
al menor indicio de que un par de miembros de la CUP no hace falta más, estén
dispuestos a saltarse lo decidido el pasado domingo en la enésima votación
sobre el futuro político de Artur Mas y vayan a prestarle su apoyo, la presión
sobre los otros ocho diputados cuperos para que se abstengan va a ser de tal
naturaleza que no descartemos que la diligente y devota Forcadell acabe
convocando un pleno de la Cámara el mismísimo domingo si existe una sola
posibilidad de seguir adelante llevando los despojos de Mas como estandarte de
la soñada liberación de Cataluña.
Ésa es la
apuesta real de un Artur Mas que ayer se hundió directamente en el humor negro
cuando dijo aquello de que la Presidencia de la Generalitat no era una subasta
de pescado. Sí, señor Mas, es exactamente en eso en lo que ha convertido usted
su cargo y la institución que lo sustenta. Porque no otra cosa ha sido la
subasta a la que se ha sometido frente a sus prestamistas de la CUP que, al
final, después de imponerle unos intereses de usura y de que Mas los haya pagado,
le han expulsado del garito con un puntapié en el trasero.
Dice Mas
que ya no se puede ceder más. Claro que no, porque ya se ha cedido todo lo que
se podía ceder. ¡Y a cambio de nada, que es lo mejor de esta historia! Porque
Mas no tiene en principio -aunque conviene esperar al domingo a medianoche- opciones para
ser presidente pero a cambio los ultra izquierdistas ya tienen en el morral, la
resolución impuesta por ellos y que está aprobada por el Parlamento catalán,
con su anexo incluido. La victoria de la CUP en este culebrón de ínfima estofa
ha sido ya absoluta.
Con esa
victoria en la mano, es posible que a los miembros de la CUP se les haya pasado
por la cabeza la idea de que unas nuevas elecciones serían muy convenientes
para sus propósitos porque piensen que, después de este éxito, sus
perspectivas electorales han mejorado. Incluso pueden estar pensando en hacer
una oferta electoral de un frente amplio de izquierdas para acceder con
comodidad al Gobierno de Cataluña.
Si fuera
así, se estarían equivocando gravemente. La repetición de elecciones va a
suponer un descenso de la participación y, con ese descenso, ya no les será
posible a los independentistas esgrimir un apoyo masivo de los electores a su
insensata apuesta de secesión. Por lo tanto, el famoso procés, que ya está moribundo,
recibiría el tiro de gracia.
¿Y a
quiénes van a responsabilizar del fracaso del intento de alcanzar la felicidad
por la vía de la secesión? A los miembros de la CUP. Eso quiere decir que todo
el tratamiento obsequioso, adulador, que han venido recibiendo de los medios
catalanes, generosamente regados con dinero de la Generalitat, volvería sus
cañones contra ellos y les someterían al peor de los castigos: el silencio. Si
se repiten las elecciones, la CUP lo va a tener muy difícil. Sólo ERC se
salvaría de la quema. Una vez más.
VICTORIA PREGO
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