“Una mentira, repetida mil veces, acaba
convirtiéndose en verdad”. Así opinaba el ministro de
propaganda del III Reich, Joseph Goebbels, que supo manejar la demagogia
(tristemente) como nadie hasta ese momento había sabido hacerlo. Es lo malo que
tienen las mentiras, las repiten, las repiten, y la gente, al final, se las
acaban creyendo.
Cataluña es una gran región. Los catalanes son
gente muy trabajadora y sus industrias siempre han sido y son un referente a
nivel europeo. Cataluña es muy importante para España, tanto como España es
importante para Cataluña.
Lo fácil en estos momentos de crisis, confusión y
falta de credibilidad es enarbolar la bandera tan manida del nacionalismo, e
intentar con ella abrazarnos a otra bandera: la de lo imposible.
Y es que Artur Mas sabe que no quiere (ni debe) pedir la independencia total de
Cataluña. Al igual que también conoce que esto, lejos de beneficiar a los
catalanes, les metería en un fondo más profundo de lo que ya es hoy su deuda: 8.617 €
por cada habitante de la Generalitat.
También sabe de lo desmembrada que quedaría
Cataluña de la UE (y de todas las favorables condiciones para el comercio que
supone ser un estado miembro) sin ir de la mano de España. Lo malo de Mas es
que, aún sabiendo todo esto, agita y, con perdón de la palabra, encabrona, a
gente que no lo sabe. ¿Por qué?
Durante estos años Mas y sus socios del gobierno
han despilfarrado el dinero de todos (catalanes y los que no somos) en pro de
la consolidación de un estado catalán que sabe que nunca, o al menos hoy por
hoy, podría producirse si es que verdaderamente se quiere asegurar el bienestar
de los catalanes. Más de 64.000 millones de euros de deuda son
muchos millones… seguro que muchos más que los que puede aguantar la
tristemente mentira (que de tanto repetirla quieren convertirla en verdad) del
expolio fiscal.
64.000 millones de euros, y vuelvo a repetir
la cifra, son muchos y quizá, Imperdonables. Son 64.000
millones de razones para que el catalán de a pie pregunte qué se ha hecho con
sus impuestos. Y además, son otras 64.000 millones de razones para que se lo
contesten sin milongas. Para que se lo cuenten de verdad… En contra de eso Mas
ha enarbolado la señera para tapar sus vergüenzas y, mientras pide a las
“instituciones españolas” una independencia para Cataluña que, en términos
reales, sería como un pisito de soltero con derecho a tupper y que te laven la
ropa; tapar la inoperancia de su gestión y la de sus predecesores. Para tapar
sus vergüenzas. Mal uso, sin duda, para una bandera con tanta historia…
ALBERTO TOMÉ
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