LOS CATALANES serán llamados a votar de nuevo el próximo 6 de marzo de
no producirse un milagro antes de la medianoche del domingo, hora en la que
expira el plazo para investir a un candidato.
Así lo dejó claro ayer Artur Mas en una comparecencia ante los
medios, en la que anunció que habrá nuevas elecciones si la CUP no rectifica y
decide apoyarle como presidente de la Generalitat. Mas insistió en que él ya no
va a negociar nada con la formación anticapitalista, a la que acusó de haber
antepuesto su ideología radical a los intereses de Cataluña.
La intervención del líder de CDC se produjo horas después de que Oriol
Junqueras, presidente de ERC, hiciera un llamamiento casi dramático para
volver a la negociación con la CUP y evitar unos nuevos comicios. Mas se mostró
tajante: no va a hacer ninguna oferta ni va a mover un solo dedo para que la
CUP cambie de posición. Ello muestra la fractura con sus socios en Junts pel
Sí, que se ha ido agrandando en las últimas semanas.
Su estrategia no sólo aboca a la convocatoria de elecciones, como él
mismo reconoció, sino que además intenta culpabilizar a la CUP, a la que
reprochó ser una pequeña minoría «revolucionaria» que quiere imponer su
voluntad a la sociedad catalana.
Mas subrayó que a la CUP le ha importado «el quién», que, según él,
era lo de menos, y ha despreciado «el por qué, el cómo y el cuándo», achacando
su falta de apoyo a su carencia de compromiso con Cataluña y su sectarismo
político.
El análisis del presidente en funciones de la Generalitat es
totalmente sesgado y falaz, porque él es el único responsable de la situación.
Fue Mas quien tomó la decisión de convocar unas elecciones plebiscitarias, en
las que pidió a los ciudadanos una amplia mayoría para poder seguir la hoja de
ruta que llevaba a la independencia. Los resultados fueron mucho peores de lo
que esperaba y los votos de los partidos independentistas quedaron por debajo
de los que no lo eran.
De aquí viene el primer error de los cuatro garrafales que ha cometido
desde el pasado 27 de septiembre y que explican por qué Cataluña ha llegado a
una situación de ingobernabilidad. Esa equivocación es la mala lectura de los
resultados, que Mas presentó como un gran triunfo. El líder del CDC aseguró
que contaba con la mayoría suficiente para desconectar con España, creando
unas expectativas que no podía cumplir porque necesitaba los 10 escaños de la
CUP. Resulta imposible emprender un proceso de ese calado con tan exigua
mayoría y con tanta falta de sustento social.
El segundo error fue la propia negociación con la CUP a la que se le
hicieron concesiones desmesuradas para conseguir su respaldo. El propio Mas las
enumeró ayer: declaración inde- pendentista del 9 de noviembre, una nueva estructura
de Gobierno, plan de choque social cuestión de confianza a los 10 meses e
inicio de un proceso constituyente inmediato.
La CUP se siguió manteniendo en el veto a Mas, que ayer afirmó
literalmente que la presidencia de la Generalitat «no es una subasta de
pescado». Eso es lo que él ha hecho en estos tres meses: pujar para mantenerse
en el poder.
Éste ha sido su tercer error porque ha demostrado -contra lo que
proclama- que lo único importante para él es seguir en su cargo. Junqueras le
pidió sin mencionarle un gesto de generosidad para evitar las elecciones. Mas
dejó claro que eso no se le pasa por la cabeza. Él va a optar a revalidar su
mandato como cabeza de lista de CDC, de Junts pel Sí o de alguna nueva marca
que ya estará fraguando en su cabeza. Prefiere que la causa que defiende se
hunda antes que renunciar voluntariamente a su poder.
Y el cuarto error, el más grave, fue la declaración independentista
aprobada por el Parlament, que suponía un abierto desafío al Estado y una
incitación a desobedecer las leyes, algo que mostró a Europa y a la comunidad
internacional la verdadera naturaleza de su proyecto. Ningún gobernante
democrático hubiera incurrido en una conducta como ésta, que le descalifica
incluso entre sus seguidores menos sectarios.
Todo esto es ya agua pasada, pero debe quedar constancia de que han
sido sus graves errores los que han llevado a Cataluña a esta situación de
fractura social y de ingobernabilidad. Sólo cabe desear que las urnas le hagan
justicia.
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