dijous, 17 de març del 2016

2556-LA ASPIRACIÓN DE IGLESIAS

LOS QUE le conocen bien creen que Pablo Iglesias aspira a algo más que a una hiper- vicepresidencia de la que dependan el CNI, el CIS, RTVE y una policía política de nue­va creación, amén de los más suculentos ministerios. El líder podemita piensa, tras escabechar a Sergio Pascual, que unas nue­vas elecciones pueden convertirle en presi­dente del Gobierno.
Conforme a la media de las últimas en­cuestas publicadas, el número de votantes por partido se muestra, con ligeras variacio­nes, similar al que produjo el 20-D. Pablo Iglesias apuesta a que no ocurrirá lo mismo con los escaños porque su acuerdo con Garzón es firme. Al dirigente comunista le cuesta cada diputado cerca de medio millón de sufragios porque la ley D'Hondt es así de puñetera. Mientras al partido adalid le bas­ta, según las circunstancias, con 50.000 vo­tos, IU debe multiplicar casi por 10 la cifra.
Podemos, en alianza con IU, sumaría a los suyos un millón de sufragios y sobrepa­saría al PSOE. Se convertiría así en el se­gundo partido nacional y se beneficiaría de la ley D'Hondt, arañando el centenar de di­putados. Si se repitiera la situación tras el 20-D, Mariano Rajoy no acudiría a la inves­tidura por carecer de los apoyos imprescin­dibles. El Rey, en estricta aplicación de la Constitución, propondría a Pablo Iglesias, líder de Podemos-IU, como candidato a la presidencia del Gobierna El astro podemi­ta se maneja muy bien con los grupos na­cionalistas y con las diversas instancias de extrema izquierda. Necesitaría, eso sí, el apoyo de un PSOE relegado al tercer lugar y ahí se produciría el tira y afloja entre un sector del partido socialista opuesto a ser fagocitado por Podemos y las generaciones jóvenes proclives a entenderse con la agru­pación de Iglesias.
Claro que todo esto es una especulación más de las centenares que se han hecho en las últimas semanas. Tal vez Pedro Sánchez consiga encabezar una alianza con la extrema izquierda, es decir, un Frente Popular con los dos partidos comunistas, el clásico que es Izquierda Unida, y el del siglo XXI, que es Podemos. Quizá Mariano Rajoy ce­da a la muy firme actitud del alto empresariado español y decida abstenerse en una nueva sesión de investidura para dar paso a la alianza PSOE-Ciudadanos. Incluso po­dría producirse una rectificación del parti­do socialista en favor de la solución propug­nada por el líder del PP el tripartito liderado por Mariano Rajoy. Conjeturas todas que mantienen abierta la incógnita de fu­turo político, si bien personajes instalados en puestos claves de la vida española me han asegurado en los últimos días que la si­tuación se resolverá sin elecciones... y sin Podemos.
Ya veremos lo que pasa porque si la in­transigencia de unos y el cerrilismo de otros provocan finalmente unas nuevas eleccio­nes, Pablo Iglesias aliado con Garzón está seguro de someter al PSOE a un sorpasso que podría arrumbar en el desván de la his­toria al centenario partido que engrandeció Felipe González. Y a partir de ese momen­to, la aspiración no disimulada de Pablo Iglesias, la de convertirse en presidente del Gobierno, sería algo más que una utopía. Para yugular a Podemos, por cierto, y para desbaratar su ambición se pondrá en mar­cha, se ha puesto ya, una larga caravana de acusaciones y denuncias desde la Venezue­la chavista hasta el Irán de las intransigen­cias islámicas.

Luis María Anson

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