DEBEMOS a
los fiscales del llamado caso del 3% la
definición más precisa hecha hasta ahora de la corrupción en Cataluña y, por
ende, en toda España. Excusándose por actuar contra los que nunca han actuado,
disculpándose por molestar a los que, por falta de costumbre, se sientan
molestos, y aclarando que hacen lo menos posible para cumplir con su
obligación, dice la Fiscalía que por la «especial condición de CDC como partido
político y piedra angular del sistema constitucional, la diligencia de entrada
y registro se ha limitado escrupulosamente a los elementos de investigación».
Aun así, un mozo de escuadra, diácono y de Junts pel Sí (Bwana Godo) multó a la
Guardia Civil por aparcar ante el Ayuntamiento de Olot para detener presuntos y
acopiar pruebas; y el juzgado de Vendrell se ha negado a aumentar su plantilla
con ocho ayudantes más para procesar la ingente información salvada de la
trituradora de la banda de Mas y Pujol.
Pero ni
ochenta ayudantes más en el juzgado ni ochenta trituradoras pueden aquilatar
mejor lo que los fiscales han definido, involuntariamente, como base del
delito: que Convergencia es la «piedra angular del sistema constitucional». Un
extraterrestre objetaría que la base de rodo sistema constitucional es la Constitución,
o sea, la Ley, nunca un partido sujeto a ella. Pero cualquier terrícola sabe
que desde el «tranquil, Jordi, tranquil» la ley que rige en
Cataluña es que el nacionalismo puede ciscarse en todas las leyes, empezando
por la Constitución, sin que nadie, fiscal, juez o simple ciudadano puedan
llevarlo ante los tribunales. Esa es la única ley vigente desde 1980: no existe
la legalidad para estorbar a los que actúan en nombre y a cuenta del
nacionalismo y no deben impetrar su amparo los que se vean lesionados en sus
derechos por la costumbre -hecha ley- desde que Pujol instauró la «dictadura
blanca» que predijo Tarradellas.
Cuando EL
MUNDO empezó a publicar las fechorías de los Pujol, el fiscal superior de
Cataluña insultó y anunció feroces querellas contra este periódico. No ha sido
procesado por prevaricación. Había entendido que la «piedra angular del sistema
constitucional» es esta partitocracia que, con la ayuda constante de políticos,
jueces, fiscales y periodistas, ha convertido Cataluña -y España toda- en
explícita cloaca.
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