dijous, 12 de novembre del 2015

2194-LA LOLITA DE MAS

Mas es un cadáver político y parece que él es el único que aún no se ha enterado. Mendiga­ba ayer el apoyo de la CUP para ser investido presidente hoy, aceptando incluso perder ca­si todo el poder al frente de la Generalitat en un insólito Gobierno coral con tres vicepresincias: Junqueras, Romeva y Munté.
Lo que nadie entiende es por qué cedió la dirección estratégica de la independencia sin obtener nada a cambio. O, todo lo más, una vaga promesa. En esta película llena de per­sonajes mediocres, Anna Gabriel se ha trans­mutado en una displicente Lolita, con peina­do batasuno, que hace sufrir al profesor Hum­bert Mas, obsesionado por lograr un poco de carño  en forma de votos....un par por lo menos.
A Mas hay que verle como a una víctima de su propia ambición, sus miedos y su depen­dencia psicológica del hombre que le encum­bró, Jordi Pujol. El president sabía de su con­dición de interino cuando asumió la dirección de CDC. El hereu  era Oriol Pujol, quien se ro­deó de un grupo de fieles, ahora su guardia de corps, para tomar el partido al asalto cuan­do llegara el momento. Pero el destino, Mas creyó que la fortuna, frustró la carrera del se­cretario general de CDC, que tuvo que dimi­tir tras su imputación en el caso de las ITV
Mas se vio entonces ante la perspectiva de pelear con una pujante ERC por la hegemo­nía del nacionalismo catalán o bien pactar con los republicanos aceptando a cambio sus planteamientos maximalistas, que implicaban poner plazos inmediatos a la independencia.
La jugada concluyó con la creación de Junts pels Sí, para lo que Mas hubo de liquidar a CiU, defenestrando a los democristianos, que habían caminado junto a los convergen­tes desde el comienzo de la Transición. No importó. El fin justifica los medios.
La táctica del cambio de pareja (Unió por ERC) sólo tenía sentido en clave electoral. Si JPS lograba mayoría absoluta, Mas volvería a repetir como president y tendría cierta au­tonomía respecto a ERC para modular el tránsito hacia la independencia. Sin embargo, los cálculos fallaron y JPS se quedó a seis es­caños de la mayoría, lo que le obligaba a bus­car un socio para asegurarse la investidura.
Mas podría haber buscado cobijo en la marca catalana de Podemos (CSP), sobre la base de proponer un referéndum de autode­terminación para 2016, pero no lo hizo por­que ERC prefería a la CUP partido inequívo­camente independentista. Y ahí es donde em­pieza el calvario de Humbert Mas. Al elegir a los anticapitalistas como socios preferentes, el president perdió apoyos entre la burguesía y las clases medias de Cataluña, que no quie­ren ni oír hablar de dejar el euro o la OTAN.
No sólo eso, al firmar un documento como el que ha servido de base para la resolución aprobada el lunes en el Parlament, sin haber siquiera informado a parte de su Gobierno y dejando fuera de juego a destacados dirigen­tes de Convergencia  ha roto la unidad de su partido y ha defraudado la confianza de personas como Mas-Colell, que daban un poco de lustre a sus ensoñaciones.
Pero, lo que es aún peor, al lanzar un reto tan brutal contra el Estado de Derecho como el que implica la resolución aprobada (sobre todo su apartado 7o, en el que el Parlament se compromete a desobedecer al TC, Mas ha conseguido unir a PP¡ PSOE y Ciudadanos, y le ha proporcionado a Rajoy la mejor baza preelectoral con la podía soñar.
En efecto, Mas, como ha reconocido a su manera Josep Rull, se ha convertido en un agitador en favor del PP que ahora tiene prác­ticamente garantizado el triunfo el 20-D. Otra cosa es que Rajoy pueda gobernar, pero para ello podría contar con el respaldo de Albert Rivera, tal vez uno de los peores enemigos del presidente en funciones.
Sí, aún existe la esperanza de que la CUP se apiade de Mas aceptando un esperpéntico Gobierno con tres vicepresidentes. Pero si le da hoy sus votos no lo hará para salvarle, si­no para demostrar que tiene la sartén por el mango ¡Imposible obtener más con 10 esca­ños! ¡Cuan caras le están saliendo a Humbert Mas las carantoñas de Lolita Gabriel.


CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO

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