El president Artur Mas debió tener un sueño
e imaginar que los casos de corrupción que caen sobre las espaldas de CDC podrían
desaparecer a golpe de proceso inde- pendentista. Sin embargo, la realidad es
tozuda y ahí están escritos y descritos, no tan sólo en unos cuantos titulares
periodísticos, sino también en diferentes procesos judiciales que la
actualidad reabre como heridas imposibles de cicatrizar.
Los hombres de Convergencia lo sabían.
También conocían ese peso sus recientes amigos de ERC, de la ANC y de Ómnium pero
decidieron alojarlo en sus mochilas.
El mismísimo Raül Romeva era
consciente de los peligros a la hora de aceptar liderar la lista de Junts pel
Sí. ¿Por qué, entonces?
Por un lado, CDC ha demostrado no poder
presentarse en solitario a unas elecciones,
como recordó
Duran hace poco.
Y así, el partido que fundara
Jordi Pujol, aun con síntomas de maldición y sedes embargadas,
se presentó dispuesto a batallar con y contra el mal fario, asumiendo los
riesgos evidentes que existían, llámense
Sumarroca o
Millet. Mas y los suyos diseñaron en julio un estado de opinión
que obligó a Oriol
Junqueras y compañía a aceptar una coalición electoral, a la que la CUP le hizo
una llamativa butifarra.
Por otro, el partido que ha ligado con ganas
su futuro a la independencia, Esquerra, veía con dificultades explicar a su
votante los temores y reticencias que albergaban ¡ ante no adelantar las
elecciones. Y así «el ' ungüento Romeva», compañero de Junqueras en el
Parlamento Europeo, aliviaba los posibles dolores musculares.
Pero esos posibles riesgos han acabado
por convertir en realidad algo que ya vaticinaban los más radicales de ERC.
Sobre todo, los de la Cataluña de comarcas. Y ello hacía referencia a las
dificultades de tener como compañeros de viaje a los hombres y mujeres de
Convergència.
El argumento del momento excepcional
histórico funcionó hasta el viernes. Cuando la Guardia Civil entró en la Fundació
Cat- Dem y en la misma sede de CDC, las alertas saltaron en la mayoría de
agrupaciones locales del partido de Junqueras. Y la frase «ya os lo dije» brotó
casi al unísono.
Por ello, la caducidad de la lista Junts pel Sí será más corta que una buena de esas
buenas leches frescas pasteurizadas que tenemos en la Cataluña del interior.
Sea el que sea el resultado. Sólo variará en el buen rollo, que estará
directamente relacionado con los resultados.
Lo más
interesante es saber que tanto en CDC como en ERC los que se mantienen fuera de
foco se están preparando con la premisa de que «alguien tendrá que recolo- car
los muebles en su sitio». La cita es de un conseller en activo pronunciada en
una agradable cena veraniega. Explica de forma sucinta, pero muy
visual, el estado en que se encuentran parte de las direcciones de las dos
formaciones.
La suerte del
27-S está echada. Nadie dará un paso atrás ni con registro diario de la
Guardia Civil. Pero el 28 será otra cosa. La caducidad de un «Sí» que, aunque persista, tendrá otros protagonistas.
Alex Sálmon
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