ERA INEVITABLE que en su atolondrada carrera para
salvar la poltrona presidencial y evitar el acoso judicial de la corrupción,
Arturo Mas cayera en la tentación totalitaria. Hombre de alcances cortos y
ambición larga, el presidente de la Generalidad dispone al menos de 30.000 voluntarios
dedicados a confeccionar la lista negra de los catalanes contrarios a la
independencia.
Arturo Mas y sus cómplices quieren nutrirse de
información privada de los ciudadanos y ciudadanas y, desde ella, meter miedo
en el cuerpo de los electores. La fórmula parece propia de dictaduras y totalitarismos.
El presidente de la Generalidad está dispuesto a ganar las elecciones al
precio que sea. Ha derrochado en los últimos tiempos 20.000 millones de euros
-la tercera parte de la deuda pública catalana- en articular y potenciar el
ordago secesionista. No repara en gastos, desde el disparate de las embajadas
al patrocinio de los más insólitos grupos dedicados a la propaganda
soberanista.
Hace ya unas semanas que se está produciendo una
tímida reacción por parte del Gobierno Rajoy que se suma a la ancha respuesta
social y política encabezada por la carta A los catalanes de Felipe González, el dirigente
socialista que, una vez más, ha demostrado ser un hombre de Estado. Pero
durante tres largos años de legislatura con mayoría absoluta, Mariano Rajoy ha
dado la callada por respuesta y no ha sido capaz de orquestar una operación
que frenara los delirios de Oriol Junqueras y su polichinela Arturo Mas.
Manifestaciones multitudinarias en estadios deportivos, caravanas de ciudadanos
con los brazos entrelazados hasta llegar a Francia, una televisión autonómica
convertida en agencia de propaganda política, medios de comunicación públicos
o subvencionados al servicio de la causa y un sinfín de tropelías, con copiosa
financiación, solo han encontrado enfrente la sandez arriólica de «no hay que
hacer nada porque el tiempo lo arregla todo». La eminencia gris de Mariano Rajoy
ha rizado el rizo al declarar hace unos días que «lo mejor es tener el pico
cerrado», frase que demuestra la profundidad intelectual del gurú monclovita.
Arturo Mas y sus compañeros depredadores sacaron
las urnas a la calle el pasado 9 de noviembre y han convocado ahora unas
elecciones cuyos resultados manipularán para presentarse como vencedores.
Están dispuestos a poner en marcha el proceso secesionista en varios tramos,
con el fin de meter poco a poco y con vaselina el misil del independentismo,
confiando en que las elecciones generales les despejen aún más el camino.
Claro es que el próximo día 27 se pueden
encontrar con una respuesta inesperada del pueblo catalán. Y por eso han
movilizado a decenas de miles de voluntarios que hurgan en la vida privada de
los ciudadanos para coaccionarles y atemorizarles. La tentación totalitaria
del poder, de la que hablaba Raymon Aron, es ya una realidad en Cataluña. El
pueblo padece la incertidumbre de futuro que zarandea a una región dividida en
dos por la ambición disparatada de un sector de la clase política que quiere
mandar más y pretende, por lo menos algunos de sus dirigentes, robar de forma
todavía más impune a como lo han hecho hasta ahora.
Luis María Anson, de la Real Academia
Española.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada