dilluns, 7 de setembre del 2015

1990-PUNTUALIZAR

TIENE razón el fundador de Ciu­dadanos: lo que pretende Artur Mas, comportándose como lo ha­ce es «tapar la corrupción con la estelada». Usar las propias culpas para beneficiarse es una prueba de aprovechamiento redoma­do. De este episodio tan feo que ha inventado lo que se deduce es que el presidente de Cataluña de hoy no merece en absoluto la pena ni de discutir con él. Sólo merece la pena decir lo que el corazón opina.

 ¡Pobres catalanes! Deseo que abran los ojos, pe­ro para ser utilizados: los ojos, no los contribuyentes. Por des­contado que en todas partes hay corruptos; pero lo de Catalu­ña, me atrevería a decir Barcelona por señalar la sede del Go­bierno y de sus decisiones, ha sido objeto de una fea trampa.

Lo peor de ella es que quedó bien -¡encima!- él gran tramposo. Para demostrarlo nada como tachar de conspiración una investigación sobre cobro de comisiones. ¿A quién puede extrañar que su aliado (?) Junqueras sufra un re­troceso de actitud o se ausente de un debate? Era evidente que hubiese preferido a alguien más serio y ejemplar. Que quien, en nuestra -mala- suerte, encontró de momento: mal momento Si somos sinceros nos preguntaremos a quién pretende engañar Mas. ¿Con qué argumentos, con qué pasado, con qué compa­ñías? Yo tengo de los catalanes honestos una idea contraria.


Antonio Gala

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