ME LLAMÓ Carmen Iglesias para decirme que no
podía contener su emoción ante la lección histórica que acaba de impartir
Germá Gordo, el consejero de Justicia del gobierno de Arturo Mas. Participo de
la emoción de la directora de la Real Academia de la Historia. El señor Gordo,
reconocido por todos por su sabiduría histórica, ha declarado que dentro de
un mes, conquistada la independencia de Cataluña, la primera medida será
reivindicar la soberanía catalana sobre el País Valenciano, la Franja de Aragón,
las islas Baleares y la Cataluña norte.
Arturo Mas se ha mostrado de acuerdo con su
consejero y ha anunciado a los que le rodean, tras consultar con la debida docilidad
a Oriol Junqueras, que dará órdenes para organizar el Ejército de la Cataluña
independiente, con el fin de invadir Valencia, Baleares y Aragón, si es que estas
Comunidades opusieran resistencia a los propósitos clarividentes de Gordó. Más
tarde, los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire de Mas invadirán también Francia
para ocupar la Cataluña norte, es decir, el Rosellón y las cinco comarcas
cedidas en 1659 por Felipe IV al Rey de Francia en el Tratado de los Pirineos.
Carmen Iglesias desea incorporar de forma
inmediata al señor Gordó a la Real Academia de la Historia. «Una Casa como
ésta -ha declarado- no puede dejar fuera a un hombre de tan profundos
conocimientos históricos». Seco Serrano se ha mostrado de acuerdo y ha
subrayado la calidad de las investigaciones de Germá Gordó. Luis Suárez, si
bien ha cometido el desliz de llamar al próximo académico, Germán Gordo, se ha
rendido a su altura intelectual. Luis Alberto de Cuenca ha ido más allá y ha
comparado al señor Gordó con Américo Castro, al que supera, según el escritor,
en brillantez literaria y en rigor científico. Sánchez Asiaín, por su parte ha
dicho que Gordó es muy superior a Claudio Sánchez-Albornoz en el entendimiento
de España como enigma histórico. Juan Pablo Risi coincide con este juicio. Y
en el mismo sentido se ha expresado Miguel Artola, Premio Príncipe de Asturias
de Ciencias Sociales.
Carmen Iglesias ha anunciado que convocará
en sesión extraordinaria al pleno de la Real Academia de la Historia para
acelerar el nombramiento de Germá Gordó porque está deseando que la Casa se
honre con la presencia del eximio intelectual catalán. La directora discrepa,
eso sí, de medidas de violencia como las adelantadas por Arturo Mas y sus
anunciadas invasiones militares.
Germá Gordó se ha albriciado en la intimidad por
la reacción de los académicos a sus declaraciones. Está dispuesto a conceder a
la Real Academia de la Historia el gran honor de aceptar incorporarse a ella
como académico numerario. Exigirá, eso sí, que se suprima lo de Real y que la
corporación se llame Academia de la Historia a secas. Ha escrito, además, una
sentida carta a Manuela Carmena, la alcaldesa que, interrumpiendo sus sagradas
vacaciones, ha anunciado su decisión de suprimir el nombre del fascista Ramón
Menéndez Pidal de una calle madrileña y sustituirlo por el de Germá Gordó. En
el mundo cultural español, en fin, se han acogido con especial satisfacción las
declaraciones del consejero que trabaja junto al salvador de la patria, el
caudillo catalán Arturo Mas, ese hombre.
Luis María Anson, de la Real Academia
Española.
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