Esto no es nuevo, así que no es sorpresa lo que
podemos esgrimir ante la noticia de que la televisión pública catalana ha
vetado la entrevista programada al ex ministro socialista Josep
Borrell, que publica ahora un libro en el que combate con
argumentos y datos incontestables las falsedades del soberanismo. Les ha debido
de parecer a los independentistas que, para adoctrinar a la población, no
tienen bastante con ocupar todo el espacio a lo largo de la programación de todos
los días desde hace décadas y no quieren intrusos.
A Borrell se la tienen guardada desde que dejó en
estrepitoso ridículo a una de las estrellas mediáticas del soberanismo en una
entrevista memorable en la que quedó procazmente al desnudo la ignorancia de la
periodista y su posición tan impúdicamente alejada de la imparcialidad y el
respeto a los hechos.
Esta es la actitud mantenida por los
medios públicos catalanes, dominados desde arriba e invadidos desde abajo por
gentes que militan abiertamente, aunque no paguen las correspondientes cuotas
a los partidos, en las formaciones independentistas. Esto tampoco es de ayer, es de hace muchos años, aunque haya
alcanzado ahora las cotas más altas de sectarismo partidario.
Sucede, sin embargo, que es obligación ineludible
de un medio de comunicación que se sostiene con los impuestos de todos los
ciudadanos catalanes el ofrecer a esos mismos ciudadanos una visión que se
opone razonadamente a las pretensiones y a «las cuentas y los cuentos de la
independencia», que es como se titula el libro de Borrell. Y que es denunciable
públicamente la excusa esgrimida por la televisión pública según la cual es un
libro político y «están muy cerca las elecciones». Precisamente por eso debería
ser obligada una entrevista, y amplia, al ex ministro del PSOE.
Están tan cerca del libro de Borrell como lo está
el montaje independentista preparado para la Diada del 11 de septiembre y que,
si el recurso planteado por PP y C's ante la Junta Electoral no es atendido,
esa cadena de televisión se propone transmitir con todo despliegue y con
programas laterales que refuercen el mensaje de la lista única. Es es el
comportamiento de los medios públicos catalanes, subvencionados con
prodigalidad por un poder político que se cobra a reembolso los millones de
euros en forma de una programación rigurosamente sometida a un estricto
ideario: el que ha convertido en dogmas de fe las patrañas históricas,
económicas y morales que el nacionalismo catalán ha conseguido fabricar e
inocular, con el fervoroso apoyo de esos mismos medios, a una población
desarmada a la que, por otra parte, nadie ha suministrado a tiempo y con el
suficiente vigor los argumentos que desmontaran con solvencia ese montaje.
Borrell ha sido uno de los pocos que, desde dentro, se ha plantado frente a ese
montaje armado con un libro lleno de argumentos imbatibles. Y, claro, en TV3 no
hay sitio para él.
VICTORIA
PREGO
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