La imagen del puntero abriéndose paso ante la multitud tiene
reminiscencias bíblicas y culmina una semana en la que, al menos por dos veces,
he escuchado a Artur Mas decir que todo esto está pasando porque es su deber
acatar el mandato que le ha transferido el pueblo catalán en las tres últimas
diadas. El president confía en que ésta sea la última Diada reivindicativa, lo
que significaría que ha cumplido su misión: conducir a su pueblo a la tierra
prometida. El profeta Moisés también arrancó a los suyos de la esclavitud y los
condujo -a unos 600.000, como los que ayer estuvieron en las calles de
Barcelona –hacia la Libertad. Igual que ayer se abrió la masa para dejar paso a
la flecha que nos guía hacia la independencia, las aguas del Mar Rojo se
separaron para marcar el camino a los hebreos y sólo se cerraron para ahogar al
ejército que les perseguía.
Las aguas se han abierto con el inicio de la campaña electoral que ha
comenzado -i qué casualidad! No, no es casualidad- con el día grande de
Cataluña. Mas y sus seguidores han iniciado el camino de dos semanas hasta el
27-S que le ha de llevar al otro lado de la orilla, sin sopesar que, sea cual
sea el resultado, corremos el riesgo de que el mar se cierre y nos ahoguemos
todos. La encuesta del CIS, así como la de Sigma Dos, lo vaticinan. Las
elecciones van a cuantificar -esta vez en urnas de verdad, no de cartón- la
fractura de la sociedad catalana. Se quiera o no, son elecciones
plebiscitarias, tal y como ha dispuesto que fueran quien las ha convocado, y
tras el recuento ya nada será igual. Si los de Junts peí Sí consiguen la
mayoría, solos o con quien quiera dársela, tenemos un problema. Pero si no Ja
logran, la única diferencia es que el problema se aplazará, porque ia brecha ya tendrá forma de escaños y porcentajes de
votos. Estarán los de Juntos por el Sí y los Juntos por el No. Ni izquierdas ni derechas, ésa será la marca que cada parlamentario
llevará sobre su piel.
Ya desvelaba Josep Borrell lo que le dijo en una ocasión Jordi Pujol:
«Usted no es catalán, usted ha nacido en Cataluña». Y el le contestó "y
Vd. quien es para dar carnets de catalanidad?" La misma política del
conmigo o sin mí de la que se lamenta el presidente de Naturhouse, que no
quiere que no sea compatible adelgazar a catalanes con adelgazar al resto de
los españoles.
El president ha entrado en trance. Como Moisés subió al monte Sinaí
para recibir las tablas de la ley, él está en lo más alto de Montjuic (monte de
los judíos) dando los últimos retoques a su hoja de ruta mientras observa a su
pueblo manifestarse. Cuando el profeta bajó tras cuarenta días de meditación se
encontró con que su pueblo se había cansado de esperar y había fundido oro para
esculpir un becerro al que adorar. Mas confía en los suyos y descenderá de su
montaña el 27-S confiado en que ningún becerro de oro habrá sustituido a su estelada. Y
presto, como Moisés, a iniciar la travesía del desierto.
RAFAEL MOYANO
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