EL GRAN
capital, el dinero, alienta ya el entendimiento entre el Partido Socialista y
Ciudadanos. Algunos de los nombres relevantes de la empresa y de la Banca
están alarmados ante la degradación del PSOE. No preocupa el Partido Popular
que sigue representando al centro derecha español y que, a pesar de los
retrocesos, mantiene una robustez incuestionable.
Al dinero
lo que le preocupa es un PSOE cabizbajo que se quede en 105 o 110 diputados y
sea dominado por la extrema izquierda de Podemos. El Frente Popular ampliado
que anuncian hoy las encuestas más solventes ha encendido los timbres de
alarma. Aseguran las lenguas de triple filo que Pedro Sánchez, con tal de
instalarse en el palacio monclovita, estaría dispuesto a contar con el diputado
que hubiera asesinado a su madre si su escaño le resultara imprescindible para
la investidura. No creo que eso que dicen de Pedro Sánchez sea verdad pero las
alianzas que ha establecido erizan los vellos más templados.
No se
puede descartar un acuerdo entre PP y Ciudadanos si las cifras lo hicieran
posible. Sin embargo, el dinero prefiere hoy que Albert Rivera se entienda con
el Partido Socialista para formar un Gobierno que aleje la inquietante sombra
de Podemos. Lo peor para la estabilidad de la vida española es un Partido
Socialista radicalizado y dominado por Pablo Iglesias. La alianza entre el
PSOE y Ciudadanos significaría la moderación del socialismo democrático
español, el mismo que ha gobernado largos años en nuestra nación sin alterar
el aliento constitucional de la Transición.
Mariano
Rajoy solo tiene un posible aliado de relieve: Ciudadanos. Los «friquis de
Podemos» y los «insignificantes de Ciudadanos» -Pedro Arrióla dixit- han dado
un vuelco a la vida política española. El problema que se plantea hoy el
presidente del Gobierno, a pesar de haber abandonado el monotema económico y
de afrontar los problemas políticos, es que a su único y eventual socio un
sector del capital español le ha reservado la misión de moderar el socialismo
de Sánchez. Si fuera posible alcanzar mayoría parlamentaria con el PSOE, IU,
algún escaño de otros partidos y Ciudadanos, esta solución encontraría
insospechados apoyos. .
«¿No ves que el sol del dinero va del ingenio
delante?», se lee en La dama boba.
Ciudadanos, como el CDS de Adolfo Suárez, es ya un partido bisagra, un
partido comodín. Puede entenderse con el PP, como en Madrid, o con el PSOE,
como en Andalucía. Hace más falta como moderador de un Partido Socialista en
declive y con alto riesgo de radicalización que como complemento del centro
derecha español. Mariano Rajoy ha cumplido ya con la difícil misión de salir
del túnel de la crisis económica. El gran capital le agradece los servicios
prestados pero anuncia con fría crueldad que no quiere exponerse a un eventual
Gobierno PSOE-Podemos. Hará todo lo posible para que Ciudadanos sustituya al
partido de Pablo Iglesias en la alianza que instale al Partido Socialista en
Moncloa. Si se consumara la maniobra subterránea de alinear a Albert Rivera en
el centro junto a la izquierda nacional, el PSOE quedaría convenientemente
embridado para salvaguardar los altos intereses del capitalismo español.
Luis María Anson, de la Real Academia Española.
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