divendres, 16 d’octubre del 2015

2111-¡ARROPEN AL IMPUTADO!

PUESTOS a arropar a un imputado yo habría elegido a Messi, que seguramente ha procurado a los catalanes más felici­dad -y de mejor clase- que Mas. Pero va­ya, cada alcalde arropa a quien quiere. Que normalmente coincide con el propie­tario del dedo que le mete en las listas.

Hay imputados e imputados. 

Recuerdo que la mujer de Urdangarin, a la sazón In­fanta de España, desfiló para los flashes so­bre la rampa mallorquína con una sonrisa serena y en altiva soledad. Luego declaró durante seis horas ante un juez bastante menos inclinado a la deferencia que quien ayer tomó declaración, durante una hora y diez minutos de procedimiento rutinario, a don Artur. La aristócrata de sangre no se hi­zo acompañar de cortesanos para afrontar el paseíllo de la deshonra, y en todo caso nadie dijo entonces que sentando a una in­fanta en el banquillo corríamos el riesgo de fabricar monárquicos; el libertador de palo, en cambio, incapaz de sostener ni la propia dignidad de víctima solitaria que reivindica, llamó a filas a su ejército desarmado de Ca­taluña -en número de dos mil, entre tropa y marinería- para escenificar su particular 1714 frente a un señor en puñetas. Es la pa­radoja del independentista: a la hora de la verdad, no sabe obrar por sí solo.

-Es berlanguiano -precisó Ana Rosa en plato, mientras desfilaban aquellas imáge­nes de sazatorniles estelados, vara en ristre a falta de lanza en astillero, entonando el buen golpe de hoz del himno premoderno como si aquello en vez de una vista fuera una justa. Qué cosa. «Playboy se vestía y nosotros nos despertábamos», confesará en sus memorias Romeva dentro de unos años, recobrados quizá el pudor democrá­tico y el imperio de la ley.

Ahora bien. No queda otra que recono­cerle talento para la coreografía al indepen dentismo. Si la sintaxis trasluce el pensa­miento, la perfección coreográfica refleja la uniformidad mental que necesita el prusés para seguir rodando. Los castellers, las sar­danas, el 3% convergente, el asamblearismo CUP la presidencia coral y ahora los sé­quitos judiciales: si prestamos crédito a la existencia de identidades colectivas, pare­ce innegable que lo catalán tiende a la tribu por contraposición al individualismo este­pario de la meseta, donde los imputados van solitos a los juzgados. Incluso tapándo­se la cara, por pura vergüenza.

Aunque lo más patético no es el cortejo de los Juntos por la Impunidad sino la co­bardía del mártir protagonista. Hombre, don Artur. Si quiere usted ganarse fama de insumiso basta con no ir a declarar. Ni se presente en el juzgado. Tuitee que no reco­noce la legalidad española y actúe con la coherencia que se le presupone a un obje­tar de conciencia adolescente. Pero esto de cumplir, por si acaso, para luego enrolar a medio millar de alcaldes en su nómina pun­tual de porteros de discoteca no invita pre­cisamente a compararle con Luther King, George Washington, Juana de Arco o quienquiera que ocupe ahora su lúbrica fantasía. Es como ese tuitero que al sentir­se atacado retuitea al troll para que irrum­pa en su defensa la jauría de incondiciona­les. Es poco viril. Así no nos independiza­mos en la vida, macho. Y eso que no dejamos de fabricar militancia desde Ma­drid, según nos enseñan los equidistantes.

Todas las lecciones de democracia nos llegan últimamente desde el túmulo cata­lán de Montesquieu. En esta vida siempre se empeña en corregirte el que más tiene que esconder.

JORGE BUSTOS

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