dissabte, 10 d’octubre del 2015

2089-QUIROGA

NO HACE falta escudriñar documentos medievales. Cataluña consiguió la soberanía hace ya tiempo. El 30 de mayo de 1984, para ser precisos. Jordi Pujol teledirigió una gran manifestación que asedió el Parlamento catalán y amenazó a los diputados socialistas, cuyo líder, Raimon Obiols, tuvo que ser rescatado por la Policía. El objetivo aparente consistía en protestar contra la querella por la gestión fraudulenta de Banca Catalana, con Pujol entre los imputados. El objetivo real era demostrar quién mandaba. Y se logró. En esa ocasión callaron muchos de los que ahora denuncian los métodos del chavismo. Felipe González, por ejemplo. «Hoy hemos hecho una cosa bien hecha, de la que hablará la historia», proclamó Pujol en esa noche de los cristales rotos. Pujol impuso su soberanía personal. Dado que él era soberano y estaba por encima de la ley, ¿por qué no iba a ser soberana y ajena a la ley toda Cataluña?
Todo viene de lejos. La situación actual ha ido preparándose durante décadas. Resulta circunstancial que un improvisador sin escrúpulos, Artur Mas, utilice los recursos de su tutor político para proteger sus intereses personales, los de su partido y los de la casta engordada con dinero público, mientras lloran los agravios sufridos por la pobre patria catalana. Coló con Pujol y cuela ahora. Incluso la CUP, un honesto partido revolucionario, va a pringarse con esta
gente. Se ha producido un fenómeno de sonambulismo colectivo.
Pero algún día habrá que despertar. Algún día habrá que suturar las heridas y propiciar un retorno gradual a la lucidez. Eso no lo harán los tribunales ni los cenutrios que prometen arreglarlo todo con dos patadas, sino personas bienintencionadas que recibirán palos de un lado y de otro. Costará. No sé quiénes serán esas personas, pero cuentan ya con mi admiración. Pese a los errores que puedan cometer, pese a las obscenidades que deban amparar, estoy con ellos.
Konrad Adenauer acogió a muchos nazis en el Gobierno alemán de la posguerra. Tuvo que hacerlo. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, hará concesiones repugnantes para acabar con la narcoguerrilla de las FARC. Y alguien en el PP (contando con que el PP sobreviva a Rajoy) tendrá que decir algún día lo que ha dicho Arantza Quiroga sobre la convivencia entre víctimas y asesinos en el País Vasco. Quizá con otras palabras, quizá con mejor sentido de la oportunidad, pero será lo mismo que ha dicho, y ha tenido que tragarse, Arantza Qüiroga.

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