JOAQUÍN Manso ha publicado un reportaje
revelador. Documenta con precisión cómo una serie de alcaldes de la CUP se han
convertido en la punta de lanza para la independencia de facto de Cataluña. Han
anunciado que no pagarán impuestos al Estado y promueven abiertamente la
desobediencia generalizada.
Mariano Rajoy venció en las últimas
elecciones generales por amplia mayoría absoluta. Cuatro años después, Madrid y
Barcelona soportan un gobierno de extrema izquierda; la propaganda proetarra
se enseñorea en el País Vasco; Cataluña ha celebrado elecciones plebiscitarias
y se ha hecho ingobernable; en Galicia, Bajeares, Canarias y Andalucía se
multiplican los conatos secesionistas; en media España y en casi todos los
canales de televisión se ha perdido el respeto a la Familia Real; a Juan Carlos
I se le desmontó de su pedestal en el Ayuntamiento barcelonés; se pitó a
Felipe VI y al himno nacional en el estadio del Barcelona; casi nadie obedece
en municipios y autonomías; una dama que micciona en plena calle ante los
reporteros gráficos y una bella asaltacapillas en pelota viva ocupan cargos de
relevancia; la mayoría de las Universidades sindicalizadas han perdido el rango
de excelencia... Y es que el régimen se le desmorona a Mariano Rajoy entre las
manos. Menos mal que Europa se mantiene firme y el euro sólido, lo que permite
que se atenúe la falta de autoridad en España y se maquille la debilidad de
nuestras instituciones.
En líneas generales, la sociedad siente
asco por el sistema. Y de forma abrumadora las nuevas generaciones. «Se sangra
a los ciudadanos con unos impuestos casi confiscatorios -escribí hace unos meses-y
se imponen austeridades asfixiantes menos para la clase política y la casta
sindical, que se enseñorean de España. En la Sevilla de los eres y los cursos de formación, en el
Madrid de Gürtel y Púnica, en la Barcelona del Palau y las mordidas
reconocidas por el propio Parlamento, en incontables ciudades y pueblos
españoles, a todas las escalas y todos los niveles, la corrupción se ha
convertido en una serpiente que repta arrogante por la geografía nacional».
¿Ha reaccionado el Gobierno ante el desafío,
denunciado por Joaquín Manso, de alcaldes catalanes que han anunciado su
propósito de no pagar impuestos y de promover la desobediencia generalizada?
Pues no. «Lo mejor es cerrar el pico», ha declarado Pedro Arrióla El ciudadano
medio tiene la sensación de que el Gobierno ha perdido la autoridad, que todo
vale. Que todo vale, desde la impertinencia de alcaldes diminutos hasta la
febril actividad en favor de los etarras; desde el ordago secesionista en
Cataluña hasta los despropósitos en Madrid y Barcelona; desde el desafío
abierto a la Constitución hasta la vejación de los símbolos nacionales y de la
Familia Real.
Nos queda Europa. No se reproducirá en España lo que sucedió en los
años 30 del siglo pasado porque nuestro país está alineado entre las quince
potencias económicas del mundo y porque la vida española discurre a través de
los cauces de la supranacionalidad europea. Pero parece claro el
desmoronamiento del sistema y la necesidad de construir el edificio de la nueva
España conforme a las exigencias de las nuevas generaciones.
Luis
María Anson, de la
Real Academia Española.
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