diumenge, 18 d’octubre del 2015

2117-POLLO

HAY revolucionarios enternecedores. Hay revolucionarios a los que apetece regalar un abrazo e invitar a una caña, aunque luego haya que explicarles algunas verdades desagradables. Antonio Baños, líder de la Candidatura de Unidad Popular (dada la esencia asamblearia de la formación, la frase líder de la CUP arrasaría en el medallero de unos Juegos Olímpicos del  Oxímoron), es uno de esos revolucionarios inocentes. Hay que montar el pollo para conseguir la independencia de Cataluña, dice Baños. Hay que desobedecer las leyes españolas, hay que organizarse para que la legislatura del Parlamento catalán sea especial, hay que acelerar las cosas. Todo eso dice Baños.
Ay, pobre izquierda radical, tan ingenua, tan desbordada por la realidad.
El pobre Baños propone, a estas alturas, montar el pollo. Hombre, Antonio, que eso ya está montado. En Cataluña, el país de las coreografías multitudinarias, lo del pollo es algo cotidiano. Casi cada día es un día histórico y lleva un pollo incorporado. En Cataluña se manifiestan los alcaldes ante los tribunales, con la vara alzada al paso del héroe. El pollo catalán lo inventó y patentó la derecha o, para ser más precisos, un establishment o casta que lleva 35 años viviendo a costa del contribuyente e ingresando en caja un 3% de cualquier cosa que se mueva. Ei pollo catalán tiene el rostro del héroe Artur Mas, el hombre de los recortes en sanidad y educación, el jefe de un partido con las sedes embargadas, el político más fullero al norte del Turia. Ése que, según van las cosas, se mantendrá en la presidencia del gobierno de la Generalitat gracias, precisamente, a la CUP
¿Desobedecer las leyes españolas? Antonio, eso es viejo. Por ahí también transita la casta local desde hace tiempo. No vale la pena enumerar los múltiples ejemplos de desobediencia a la ley. Y no hablemos de la desobediencia flagrante al sentido común. A día de hoy, las dos únicas leyes que la casta de Mas acata sin reservas son la de la gravedad y la de la supervivencia.
Y, en fin, lo de la legislatura especial hiede. Que se sepa, toda la legislatura recién terminada ha sido especial. Penosamente especial. El Parlamento no legisla y el Gobierno no gobierna. El kafkiano proceso catalán consume todo el tiempo y todas las energías. La cosa no da para más.
Antonio, tómatelo con calma. La República Catalana no va a llegar mañana. Lo que tendremos mañana, y pasado, y el otro, es más proceso. Un proceso inacabable. Pollo, eso sí, todo el que quieras.


ENRIC GONZÁLEZ

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