HAY revolucionarios enternecedores. Hay
revolucionarios a los que apetece regalar un abrazo e invitar a una caña,
aunque luego haya que explicarles algunas verdades desagradables. Antonio
Baños, líder de la Candidatura de Unidad Popular (dada la esencia asamblearia
de la formación, la frase líder de la CUP arrasaría en el medallero de unos Juegos
Olímpicos del Oxímoron), es
uno de esos revolucionarios inocentes. Hay que montar el
pollo para conseguir la independencia de Cataluña, dice Baños.
Hay que desobedecer las leyes españolas, hay que organizarse para que la
legislatura del Parlamento catalán sea especial, hay que acelerar las cosas.
Todo eso dice Baños.
Ay,
pobre izquierda radical, tan ingenua, tan desbordada por la realidad.
El pobre Baños propone, a estas alturas, montar el
pollo. Hombre, Antonio, que eso ya está montado. En Cataluña, el
país de las coreografías multitudinarias, lo del pollo
es algo cotidiano. Casi cada día es un día histórico y lleva un pollo
incorporado. En Cataluña se manifiestan los alcaldes ante los tribunales, con
la vara alzada al paso del héroe. El pollo catalán lo inventó y patentó la derecha o,
para ser más precisos, un establishment
o
casta que lleva 35
años viviendo a costa del
contribuyente e ingresando en caja un 3% de cualquier cosa que se mueva. Ei pollo catalán tiene el rostro del héroe Artur Mas,
el hombre de los recortes en sanidad y educación, el jefe de un partido con las
sedes embargadas, el político más fullero al norte del Turia. Ése que, según
van las cosas, se mantendrá en la presidencia del gobierno de la Generalitat
gracias, precisamente, a la CUP
¿Desobedecer las leyes españolas?
Antonio, eso es viejo. Por ahí también transita la casta local desde hace
tiempo. No vale la pena enumerar los múltiples ejemplos de desobediencia a la
ley. Y no hablemos de la desobediencia flagrante al sentido común. A día de
hoy, las dos únicas leyes que la casta de Mas acata sin reservas son la de la
gravedad y la de la supervivencia.
Y, en fin, lo de la legislatura
especial hiede. Que se sepa, toda la legislatura recién terminada ha sido
especial. Penosamente especial. El Parlamento no legisla y el Gobierno no
gobierna. El kafkiano proceso catalán consume todo el tiempo y todas las
energías. La cosa no da para más.
Antonio, tómatelo con calma. La República
Catalana no va a llegar mañana. Lo que tendremos mañana, y pasado, y el otro,
es más proceso. Un proceso inacabable. Pollo, eso sí, todo el que quieras.
ENRIC GONZÁLEZ
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada