EL PRESIDENTE Rajoy dijo ayer que
tiene previstos los mecanismos, incluso los mecanismos en los que usted está
pensando, para actuar en el caso de que el parlamento catalán apruebe una
declaración de independencia. Cuando meses atrás se le preguntaba a Rajoy por
los mecanismos que tenía previstos en el caso de que el 9 de noviembre el
presidente Mas pusiera las urnas, su respuesta era siempre del tipo no me ponga
en futuribles. De su respuesta de ayer se deduce que el futuro ya no es lo que
era.
De hecho hasta tal punto el futuro ya no es lo
que era que es puro presente. Mientras Rajoy cumplía su siempre engorroso
trámite de la rueda de prensa, la nueva presidenta del parlamento catalán, la
señora Carme Forcadell, pronunciaba su primer discurso. Un discurso zafio,
dictado desde la indigencia política, y que incluyó una verdad insoslayable:
«Nunca pensé en ser diputada». La confesión le honra: nunca se escuchó decir a
la anterior presidenta, Núria de Gispert, nada parecido de sí misma. Forcadell
ha llegado al parlamento no por sus méritos personales sino por el demérito de
las instituciones. Pero lo cierto es que ha llegado y además lo preside: un
cargo muy importante desde el punto de vista institucional y simbólica.
Y es desde esa tribuna, okupándola, que ayer
pronunció estas frases, de cuya sintaxis también debe responsabilizársele: «Con
esta undécima legislatura del Parlamento moderno cerramos la etapa autonómica y
ponemos en marcha un nuevo escenario hacia el mañana. Seamos conscientes de que
protagonizamos un momento fundacional. Ahora y aquí creamos un antes y un
después... desde ahora mismo constituimos un Parlamento soberano, que quiere
representar a un pueblo libre, de un Parlamento regional de competencias limitadas,
recortadas y recurridas a un Parlamento nacional con plenas atribuciones. (...)
Diputados y diputadas, pongámonos a caminar, emprendamos el proceso
constituyente. Queda constituida la undécima legislatura. ¡Viva la democracia,
viva el pueblo soberano, viva la República catalana!».
No es necesario que el presidente Rajoy se ponga
en futuribles. El texto de esa declaración unilateral de independencia que
puede activar los mecanismos en los que está usted pensando no diferirá
demasiado de estas palabras, sediciosas, de la presidenta Forcadell.
Por si a alguien le podía quedar alguna duda, la
nueva presidenta del Pariament hizo ayer una auténtica declaración de
intenciones: «¡Viva la república catalana!», exclamó tan pronto resultó elegida.
Forcadell dejó claro dos cosas: que la legalidad no le importa ni un comino y
que sólo representa a los diputados nacionalistas. Toda
una demostración de fanatismo y sectarismo.
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