Se apagaron las luces de la
legislatura. Dice un diputado, que ha dejado de serlo, que ésta ha sido una
dictadura parlamentaria, donde sólo era noticia lo que se decía en los
pasillos. La legislatura se habrá apagado, pero «eppur si
muove».
De pronto, la ley es el centro de la
democracia. Ayer, en una operación como las de Los intocables,
200 chapas de la Udef registraron los domicilios del clan o el cártel de los Pujol.
Entraron en el domicilio del padrino Jorge, don Julián el Traidor, en España; Bolívar,
en Cataluña; y
Trujillo, en los paraísos fiscales. Buscan el botín oculto de la famiglia,
el tesoro que largaron los arrepentidos, las amantes y los cómplices.
A la misma hora, Junts pel Sí y la
CUP firmaban un texto para crear el Estado Catalán Independiente; pusieron en
marcha la constitución de una república que desobedecería las leyes del Reino
de España. Han propuesto nueve puntos para la desconexión. Junqueras,
al que le puede caer el Gordo en Navidad, y Carme Forcadell, pensando en Mas, dicen
que nadie es imprescindible ante la independencia.
Se ha iniciado la gran asonada. Ahora
hay que esperar lo que va a decir el Estado español ante la sedición. Mariano
Rajoy, desde La Moncloa, después de haber hablado con Sánchez
y
Rivera, ha prometido que frenará la provocación del Parlament. El
secretario general del PSOE rechaza el pronunciamiento y no han llamado a Pablo
Iglesias porque está, aunque no lo quiera, en el bando de los
sediciosos.
El otoño de la incertidumbre acabará
en las elecciones de Navidad, donde se configurará un nuevo bloque político. El
Rey
Felipe VI, que «está muy activo», llamará -posiblemente- a
formar un Gobierno que saldrá de dos de los tres partidos; del PP, con unos
130 diputados; del PSOE, con unos 100; y de Ciudadanos, con más de 50. Lo de
menos es quién forma Gobierno, lo importante es que un bipartidismo enriquecido
con Ciudadanos seguirá configurando el poder y defendiendo la unidad de
España. Ese Gobierno tendrá la primera misión: impedir que Cataluña se vaya,
diseñar una línea roja para que no se pase más allá del «Estado asociado».
El bipartidismo era una fortaleza
bien amurallada; aparecieron unos insurgentes que la atacaron, parecían capaces
de abrirle una brecha y la abrieron. Pablo Iglesias declaró que Cataluña ha
estado gobernada por corruptos que entregaron las instituciones a las
constructoras. Luego armó una coalición de tránsfugas, que ahora se pasan a la
república de Carme Forcadell.
El tiempo de las cerezas fue el estallido
del 15-M, en recuerdo de la Comuna de París, cuando «el alegre ruiseñor y el
mirlo burlón estarán de fiesta». Montparnasse se transfiguró en Sol y los
muchachos con locura en la cabeza quisieron cambiar el mundo. Fue muy corto el
tiempo de las cerezas «cuando vamos los dos a cortar soñando/ pendientes para
las orejas.../ que caen bajo el follaje como gotas de sangre». Después, de
entre las equivocaciones de Pablo, quizás la peor fue la de Cataluña.
RAUL
DEL POZO
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