Este es
el máximo grado de normalidad al que podemos aspirar en España, un país en el
que determinados representantes del Estado en algunas comunidades autónomas
utilizan éste de la Fiesta Nacional como un pretexto más de los muchos que
tienen a mano para hacer profesión de rechazo a ese mismo Estado al que deben
su acceso al cargo que ostentan. La celebración de la festividad del 12 de
Octubre ayer en Madrid contó con la presencia de la inmensa mayoría de los presidentes
autonómicos y sólo faltaron los nacionalistas. Esa es la normalidad que
debería repetirse en los años siguientes, de modo que se abandone de una vez
para siempre la dejadez de la que han hecho gala en demasiadas ocasiones los representantes
de altas instituciones.
Y esto es
lo importante del acto celebrado ayer en el Paseo del Prado: que estaban casi todos
los que tenían que estar y que, de ese modo, España da una imagen exterior de
país democrático y civilizado, que es la que corresponde. Por lo demás, no
tienen interés alguno las coces propinadas a la nación y a su Historia por
parte de algunos que al mismo tiempo que sus insultos exhiben su supina
ignorancia. No han sido precisamente las intervenciones de unas luminarias de
Occidente, de modo que ni caso.
La
recepción en el Palacio Real tuvo más interés político porque fue una toma de
temperatura sobre las expectativas de los presentes -de toda clase y condición,
aunque la mayor parte de ellos fuera gente muy principal- ante lo que pueda pasar
en las elecciones de diciembre. Y si este gentío hubiera sido preguntado allí
mismo por los encuestadores de una agencia de sondeos de opinión, Albert
Rivera, el líder de Ciudadanos, se habría alzado con la victoria a varios
cuerpos de distancia de los otros dos grandes competidores, que ya sólo son
Pedro Sánchez y Mariano Rajoy. Y no sólo porque Pablo Iglesias no
acudió al acto al que había sido invitado, sino porque parece haber una
corriente de opinión que da por amortizado al jefe de Podemos y deja ya a su
partido lejos de cualquier posibilidad de lanzarse como la fuerza que podrá
inclinar la victoria de uno de los dos grandes partidos y facilitarle su acceso
al poder. Ese papel, a tenor de lo entrevisto ayer, parece que la opinión
pública se lo ha adjudicado ya a Ciudadanos. Será interesante observar la
estrategia que van a desarrollar de aquí a las elecciones tanto el PSOE como
el PP en relación con el partido de Rivera, que les puede quitar votos pero
también podría dar el Gobierno a cualquiera de los dos. Como dice la vieja
copla, «ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio, contigo porque me matas
y sin ti porque me muero».
VICTORIA PREGO
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